A los Venezolanos Naturalizados

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La grotesca intimidación de revocarle la nacionalidad a los venezolanos naturalizados . . .


 

En “Mein Kampf”, se preguntaba Adolfo Hitler: “¿Quién dice que la economía existe? Lo que importa –se respondía a sí mismo- es la voluntad política que gobierna, anima, que encauza todas las formas de la vida material”.

No deja de ser una extravagancia escribir sobre cuestiones jurídicas en los tiempos que corren. Dicho a título de parafraseo del libro de cabecera de la revolución forajida, citado al comienzo: ¿Quién dice que la ley y el derecho, existen en el país?

  

Picón Salas, también tuvo interrogantes, otra vez que Venezuela vivió tiempos de barbarie ¿Es más útil la audacia, que la legalidad; la decisión violenta, que la norma jurídica? Esta vez quien responde las preguntas es el articulista. Qué legalidad, ni qué norma jurídica. Incluso, qué audacia. Para los factores de la llamada Quinta República lo más nutritivo es la genuflexión. O el bandolerismo político, rampante y sonante.

NATURALIZADOS, TEMBLAD. El jueves por la tarde, la señora Varela, parlamentaria de la bancada oficialista, promovió la solicitud de revocar la naturalización de varios integrantes de la disidencia. Como era de suponer, la iniciativa fue aprobada con los votos de los diputados afectos al presidente Chávez, en medio de vítores y celebraciones.

No se puede esperar demasiado de la señora Varela, ni de sus compañeros de causa. En primer término, dos de los candidatos a la hoguera revolucionaria –el empresario Gustavo Cisneros y el periodista Napoleón Bravo- son venezolanos por nacimiento. Era lo menos que tenían que averiguar los proponentes de la medida, antes de consumir horas/hombre parlamentarias en semejante majadería. Por consiguiente, no hay nada que revocar allí, a menos que los interesados renuncien de manera expresa a su condición de venezolanos (artículo 35 de la Constitución).

Pero quedaría el caso de nuestros amigos venezolanos por naturalización, los muy distinguidos periodistas Marta Colomina y Norberto Maza y del señor Alonso, a quien no tenemos el gusto de conocer.

Si no fuese porque con la proposición de la señora Varela, se busca intimidar a la laboriosa comunidad de naturalizados que adversa de manera multitudinaria al gobierno gamberro, no gastaríamos ni una gota de tinta en rebatir tamaña estupidez.

COSAS DEL REVOCATORIO. Es bueno tenerlo en cuenta. Se avecina la reparación de firmas para revocarle el mandato al señor Chávez. Por consiguiente, no faltarán los miembros de los Círculos Bolivarianos que le muestren el tramojo a nuestros siempre bien apreciados venezolanos naturalizados –incluida alguna parentela del cronista- al tenor de la siguiente amenaza: ¡al que ratifique su firma, le revocamos la nacionalidad y pa´fuera, porque pa’ eso semos bolivarianos!

La Constitución de 1961, consagró el principio según el cual la nacionalidad adquirida no se podía revocar sino a través de sentencia judicial (artículo 39.2). Claro, la disposición transitoria cuarta de esa misma Constitución establecía que mientras se dictaba una nueva ley “la pérdida de la nacionalidad por revocación de la naturalización” se ajustaría a la legislación preexistente. La holgazanería y la mora parlamentaria tampoco es patrimonio exclusivo de la actual Asamblea Nacional. Ello permitió que por omisión de los congresos de la IV república, la ley de 1955, que atribuía tales revocaciones al antiguo Ministerio de Relaciones Interiores permaneciese vigente hasta 1999, cuando fue derogada por la actual Constitución, puesto  que la disposición transitoria segunda de esta última, no ratificó la ley del 55, como sí lo había hecho la Constitución de 1961.

Sobre la limitación temporal de dicha ley de 1955, la Sala Político-Administrativa de la extinta Corte Suprema de Justicia, tuvo oportunidad de dictar dos fallos, el primero de 22 de junio de 1974 y el segundo de 20 de diciembre de 1976 por demás ilustrativos.

Me dirán los lectores, que con el poder judicial que tenemos cualquier arbitrariedad es posible. Pero hay un pero. Que para que esta clase de sentencias queden firmes se requerirán, por lo menos cuatro años de idas y vueltas en los tribunales. Tiempo más que suficiente, para que el señor Chávez, ya esté sentado en el banquillo del Tribunal de La Haya por sus numerosas perpetraciones.

Quedarían los gastos legales y pago de honorarios de abogado de un proceso que puede ser relativamente largo ¡Fácil de solucionar! El cronista ofrece, pro-bono, a todos los venezolanos naturalizados que lo requieran, los servicios de su Escritorio para el supuesto que surja controversia judicial con motivo de las grotescas intimidaciones de la Sra. Varela.

 


© 2004 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio