PANICO
Y ATAJAPERROS.
El primer
signo de desconcierto, del atajaperros que reina en el oficialismo producto
del miedo, lo ha constituido
la vocería electoral asignada a cierto anciano retorcido y malamañoso,
integrante del Alto Gobierno. Un hombre maculado por el palangrismo; con
kilometraje en materia de escándalos como sedicente marchant d’art;
que en sus incursiones electorales, jamás, se acercó ni a un modesto 2% de
aceptación popular y que por si fuese poco es mal o peor visto, por un
número considerable del sector que dice representar.
¿Y a quién se
le ocurrió utilizar semejante carcamal, para posar a diario, en los medios
de comunicación de irónico, ocurrente y hasta de chistoso para neutralizar
una candidatura, fresca, vigorosa, comedida, pero sobre todo, con un
crecimiento exponencial?
Son cosas
que pasan en medio de las estampidas que ya comienza a vislumbrarse en el
comando de campaña de Chávez.
NI
MACHOS, NI MUCHOS. El
esfuerzo tarambana, a contrapelo de toda práctica y tradición para ganar un
puesto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, es otro signo de pánico
¿Y no se había
proclamado a los cuatro vientos en un discurso escatológico pronunciado en
la sede de la propia ONU, que el ente multilateral era un elefante blanco,
que tenía que suprimirse y hasta mudarse de ciudad? Si se trata de un
organismo cuadraplégico ¿A cuento de qué, se han invertido millones de
dólares, euros, yuanes, rublos, chelines africanos, en la compra de votos
para obtener un sillón que Venezuela ha ocupado antes, a fuerza de tradición
democrática y sin necesidad de regalar un solo barril de petróleo?
Un gasto
dispendioso y desproporcionado de quien busca comprar la honorabilidad
internacional -
como
si la honorabilidad, en lo personal o en cualquier ámbito fuese transable a
cambio de unas monedas. Es que se cree que un palo a lámpara electoral el
próximo mes de diciembre, tendrá más propiedad, autorictas o hasta
glamour, si quien lo propina es un miembro del Consejo de Seguridad y no
un individuo con el único y dudoso pergamino de partir confite con
Pyongyang, Ahmadinejad, Gadafi, Fidel, Putin, Mobuto, el tirano de
Bielorrusia, Bin Laden, Tirofijo, el Chacal y demás miembros del malandraje
mundial. No serán machos, pero si uno de éllos llena plaza en el Consejo de
Seguridad se sentirán muchos.
Leo en la
prensa, de un solo día nada más, de la semana pasada, que una protesta por
falta de agua ha paralizado el tránsito por la carretera Panamericana; que
las salas de emergencias de las clínicas privadas están saturadas, porque
las de los hospitales públicos yacen en el suelo; que los médicos anuncian
huelga porque el alcalde Barreto retiene sus remuneraciones; que los vecinos
de las barriadas de San Pedro, Manantial II y Nueva Esparta, cerraron la
denominada Trocha, porque después de casi un año, las promesas de
reubicación se quedaron en palabrería; que los ganaderos se quejan de la
inacción, por no decir la complicidad de la Guardia Nacional, con las FARC,
el FLN y demás agrupaciones vinculadas con el narcotráfico.
Por eso en
el ambiente gobiernero campea el miedo. Pánico, porque las dádivas para
comprar el fervor popular han naufragado en el sumidero de la ineptitud, el
sectarismo, pero sobre todo, de la corrupción. Terror, porque los sectores
deapauperados repudian la mendIcidad
vejatoria a que los pretende condenar el rÉgimen
gamberro. Pavor, porque los venezolanos quieren salir de la pesadilla de
inseguridad, sectarismo, depauperación y prédica de odio desde Miraflores.
Espanto, porque la oposición democrática logró agruparse alrededor de un
candidato serio, comedido, con experiencia administrativa, que anuncia
tiempos mejores para nuestra amada Venezuela.
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