¡ NO A LA POLITICA
!
Nada mejor
que las crónicas
viajeras. De cuando en cuando, uno, logra irse, marcharse, despues de reunir
unos ahorritos y cualquier relato de lo visto resulta mas edificante que la
política
venezolana. Con su impúdica
exhibición
de saqueo al Tesoro, de impunidad, de acoso contra la resistencia, de
ambiente de bacanal que no puede ser mas disolvente.
Me había
prometido cambiar de ramo. Escribir de otros temas. De los viajes, de
beisbol, de mujeres bellas
-
que lo son
todas
- de la frívola,
en apariencia, reseña
social. Por lo mismo, hoy, voy a retomar la palabra empeñada
y dar inicio a un nuevo ciclo, definitivo, ajeno al bochornoso espectáculo
de la política.
-
¿No
se desmembró
la vieja Union Soviética?
-
tronó
Dupont a sus subalternos
-
¿
Acaso no
estallaron en mil pedazos Yugoslavia, Checoslovaquia y tantas otras
republiquetas del Africa y la Polinesia?
¿Quien
les dice a ustedes que a nosotros no nos puede pasar lo mismo?
No es la
primera vez que el fantasma del desprestigio, ha deambulado por este célebre
restaurant, fundado por Maxime Gailard, en abril de 1892. Ocurrió
al concluir la primera gran guerra. Cundía
la miseria en la capital francesa y circularon, entonces, rumores segun los
cuales el menú
de ciertos establecimientos de lujo, se confeccionaba sobre la base de gatos,
perros y ciertos roedores que evitamos llamar por su nombre, porque acabamos
de formalizar el compromiso de no volver a aludir en el presente espacio a
los dirigentes del llamado gobierno bolivariano. Fue cuando una nueva
administración
de “Maxim’s”, restituyó
los maltrechos hábitos
de higiene, buen servicio y calidad de mesa, hasta recibir el ansiado
reconocimiento. Nos referimos a la máxima
calificación
de la guía
Michellin, que solo concede las tres estrellas a los escasísimos
locales acreedores del privilegio.
Los
tropiezos mas recientes, que amenazan a “Maxim’s” con reclasificar como
vulgar creperiê, de acuerdo con la mencionada guía,
comenzaron hace seis años,
seis meses y trece días,
aproximadamente, con la incorporación
de “ La Gallinette de les Œufs d’or” asi llamado, a traves del
slang mas escatológico
del submundo de la culinaria. Un sujeto, bocón,
inepto, subdesarrollado y malquerido social, que valido de las ansias de
renovación
del establecimiento, se hizo pasar por chef para desgracia de los
comensales. Aferrado a recetas fracasadas hasta en los confines mas lejanos,
pero que para “La Gallinette” constituían
novedad, este fritanguero y supuesto chef, se rodeó
de sollastres, marmitones y pinches
-
en particular
de cierto anciano retorcido y malamañoso
- que
no eran mas que unos guisadores de siete suelas, asi que en lugar de crear
nuevos platos para combatir el hambre con estilo, se dedicaron a raspar la
olla.
En este
punto, Michelin, siempre mosca, colocó
al establecimiento en la mira, con la subsecuente potenciación
de los incovenientes. Destrucción
de la infraestructura por falta de mantenimiento, clientes intoxicados,
cordones sanitarios y acusaciones de los mesoneros segun las cuales, “La
Gallinete”, para echárselas
de simpático,
se dedicaba a regalar las reservas de la cava entre sus compinches, quienes
en lugar de las gracias, le retribuyeron endilgándole
el ya citado remoquete.
Viable o no viable.
Los detractores, nunca faltan. En tal sentido, los adversarios de siempre,
han aprovechado estos momentos difíciles,
para correr la conseja segun la cual “Maxim’s”, jamás,
fue un lugar venerable y que de no ser por su inclusión
en una opereta de Franz Lehar, agradecido por cenar gratis en el
establecimiento en sus comienzos de compositor, nunca hubiese pasado de
taguara de mala muerte.
Nosotros,
apostamos a la recuperacion de “Maxim’s”. Le bastará
purgarse de compañía
tan malsana. En cuanto a la “Gallineta de los Huevos de Oro” hay
quienes exigen pasarla por agua hirviendo, despues de torcerle el pescuezo.
El cronista no llega a tanto. Bastará
remitirla a Le Hague, misma celda del Sloban Milosevic, para que le prepare
el caldito.
¿Y
la presente crónica?
Para nosotros, ligera, refrescante. Es que cualquier tema es mejor, que la
maldita politica.
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