Los últimos mohicanos

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Esposos como Mr. McPeterson, se han visto relegados a tareas verdaderamente accesorias . . .


Leo en este mismo diario que el especialista del dolor, Stuart Meloy, Carolina del Norte, acaba de patentar un accesorio electrónico destinado a producir orgasmos femeninos.
Igual que la vacuna contra la viruela, los rayos "X", la Viagra - su pariente cercano - y el llamado descubrimiento de América, el hallazgo del Dr. Meloy, se debió a la casualidad. Dirigía sus pasos hacia un lugar y llegó a otro, no sabemos si para provecho de la humanidad o para la desaparición de la mitad de los habitantes del planeta, porque  el hallazgo es una instigación al genocidio.

Una dama se había presentado a la consulta de Meloy a tratarse una jaqueca. Pero, los médicos son iguales en todos lados. Le sanaron algo totalmente distinto a lo que exigía la paciente, aparte que al final, el pronóstico reservado se lo llevó el marido.

- Doctor, - se despidió la señora al ser dada de alta, en medio de contorsiones de gata - no provoca irse de este hospital. Pero ¡ qué remedio! De todas maneras le voy a mandar a Bill a su consultorio ¡ Pa´que aprenda !

Como ocurre en todo relato que se desarrolla en los Estados Unidos, Bill, el esposo, resultó ser William F. McPeterson Jr., corredor de seguros de profesión, pero en sus horas de asueto, bombero voluntario, miembro de la "Asociación de observadores de los hábitos alimenticios del estornino" y propietario de un perro.

Sin embargo en veintisiete años de tedio matrimonial, jamás pudo dar en el clavo. Hicieron falta unos electrodos conectados a la médula espinal de la dama para que el médico, en apenas minutos, lograra lo que había fallado en millares de intentos.

- ¡Eh Bill: - le decían después sus amigotes - ¿ Quién iba a creerlo? ¡ Y tú probando tanto tiempo por el lugar equivocado!

Al momento de escribir la presente crónica - los lectores recordarán que los hechos se siguen desarrollando en Estados Unidos - la dama ha entablado una demanda de cien millones de dólares por mala praxis, no en contra del doctor - faltaría más - sino en contra del esposo.

Por su parte, el ahora célebre Meloy, ya no se dedica al tratamiento de jaquecas, sino a la producción de orgasmos femeninos en masa. Como un cantante de rock o un galán de Hollywood en el punto más alto de su fama.

No somos nada. Este descubrimiento podría suministrar material abundante para un artículo machista, que quedan simpáticos, pero que sobretodo causan enojo a las feministas ultrosas, incluídas mis amigas de la cofradía de la garganta vacía, siempre proclives a sentirse ofendidas.

Pero, no es momento de incurrir en los mismos errores del pasado. Hace unos cuantos años, la clonación de ovejas planteó la posible prescindencia del sexo fuerte en el "creced y multiplicaos" de la especie humana. Pero en lugar de consideraciones filosóficas, un grupo de caballeros se dedicó a poner en duda la posibilidad de tales manipulaciones genéticas, con lo que para ellos era una verdad inamovible.

- Si, pueden clonarse como ovejas ¿ Pero quién les va a dar lo suyo?

Toda gran verdad ha comenzado como una herejía. No se debe descartar que las aprensiones que hoy tenemos contra la clonación de seres humanos, desaparezcan en un futuro. Así que en un caso extremo de recalentamiento global, pérdida de la capa de ozono, pero sobretodo de hambruna por explosión demográfica ¿ a quién le va a interesar mantener vivo a un individuo que come completo, contamina completo, no hace falta para la reproducción y para colmo es totalmente prescindible para pasarlo gordo en medio de una noche loca? He allí la amenaza de genocidio que referíamos al comienzo.

Los últimos no siempre son los primeros. En un artículo publicado en la revista británica New Scientist, se informa que la invención dde Meloy, es del tamaño de un marcapaso. Esta máquina infernal, se implanta en forma subcutánea y funciona con la ayuda de un control remoto. Ya los modelos comienzan a ser promocionados por varios canales, igual que la TV por cable, para que al contrario de los matrimonios, la rutina no haga que la clientela se marche para la competencia.

Por lo  pronto, esposos como mister McPeterson, se han visto relegados a tareas verdaderamente accesorias: sacar al perrito a hacer pis, acarrear pipotes de basura, o ir al supermercado cada vez que hay que reponerle las baterías al aparatejo.

Ante semejante embestida de la ciencia, ¿ qué podemos hacer los que para cumplir con nuestras obligaciones, apenas contamos con Caballito Frenao on the rocks y métodos calificados como artesanales ante las nuevas invenciones?

Por lo que se ve, al igual que los últimos mohicanos, sobre los últimos gozones del planeta se cierne el fantasma de la extinción de la especie. O en el mejor de los casos, un hotel de sábanas calientes, pero amándonos con ovejas. Gente como usted, doctor Meloy, nos lo ponen cada día más difícil. 


© 2001 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio