Los Salarios

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El cronista se teme que esta medida en lugar de la probidad más bien, le alebreste a sus integrantes, la tripa peculadora . . .


 

  Acaban de anunciar la rebaja de los salarios de los altos funcionarios del gobierno. Como corresponde en una revolución donde un solo hombre es la Madre, el Padre y el Espíritu Santo, la paternidad - o maternidad - de la propuesta corresponde al presidente Chávez.
- !Mis 15 y último - gimoteaba un recién estrenado miembro del Gabinete - que se los entreguen a Fidel Castro!

Otro alto funcionario, anotado en la competencia de adulación que se desata cada vez que el jefe tiene alguna ocurrencia, además de renunciar a sus emolumentos, ofreció obligar a sus subordinados a que hiciesen lo mismo, de modo que ya sabemos, en última instancia, quiénes serán los verdaderos perjudicados en este festival de fariseismo y del supuesto trabajo casi ad-honorem.

El cronista, conocedor que estamos frente a un régimen que no tiene nada de pulcro, ni mucho menos de austero, se teme que esta medida en lugar de la probidad más bien, le alebreste a sus integrantes, la tripa peculadora.

¿Adónde desembocaron aquellas promesas del jefe de Estado que iba a renunciar a su salarios para donárselos a los niños de la calle? Todo terminó en los  viajes en el Airbus, en la compra de relojes Cartier, trajes Brioni y hasta de canzocillos “Dolce & Gabana”, porque cuando la gente se pone fisna, hasta donde la espalda pierde su decente nombre, se le vuelve sofisticado. Más barato nos habría salido pagarle puntualmente los sueldos que hacernos cargo de sus devaneos de recienvestido.

De cualquier manera, el prometido recorte salarial, hay analizarlo de manera conjunta con otro mecanismo propuesto por el jefe de Estado. Nos referimos al novedoso trueque. Instrumento bolivariano de sustitución de la moneda, arrancado de los rincones más remotos de la inventiva cavernícola, gracias a la imaginación y originalidad, a la creatividad, en una palabra, del socialismo del siglo XXI. Aunque sin mucho éxito, dicho sea de paso, porque, una cosa es la permuta que se pretende aplicar al bajo perraje y otra, ese mismo mecanismo dinerario, en los ambientes de la jai bolivariana.

Pongamos por caso. Usted o yo, nos dirigimos a un Mercal. No estamos en nada, porque no somos compinches ni del “Ministro de la Mano Cansada” ni del “Gobernador de los Ojos Verdes” y ahí, está. Nos pretenden obligar a que entreguemos un kilo de chocozuela y que a cambio, recibamos un rollo de papel toalé y así no puede funcionar ningun cambalache, por mucho que hasta en el papel sanitario, veamos estampado el rostro del Jefe Máximo, incluido el slogan de “Con Chávez manda el Pueblo” y que por consiguiente se incite al aumento del consumo.

Pero dependiendo de su jerarquía, el trueque revolucionario le deparará sorpresas agradables. Un presidente del CNE, inescrupuloso, capaz de cualquier tropelía con tal de torcer la voluntad popular, podrá cobrar o no cobrar una o varias quincenas sucesivas. Eso es lo de menos, porque el cambalache del siglo XXI a cambio de sus servicios lo proveerá de un “Audi” blindado, un pent house en Altamira Norte, sin contar con la madre del premio mayor: llenar plaza en la esquina de Carmelitas, donde si lo pela el chingo de unas cuentas off shore lo agarra el sin nariz de las suculentas comisiones por la compra de los fusiles rusos.

¡Con mis bajadas de la mula no te metas! exclamaban al unísono varios altos funcionarios al corroborar que estaban dispuestos a reducir sus  salarios o a no cobrarlos, incluso, siempre y cuando que lo verdaderamente suyo, se los dejasen en la olla.

La revolucion bolivariana premiará a sus integrantes, mártires del quince y último. Quiza, hasta en un futuro cercano, los expongan en una estatua. Pero mientras les llega el bronce de la inmortalidad, la están pasando gordo con el llamado vil metal.

 

© 2007 Derechos Reservados - Nelson "Lonpleipelúo" Ramírez