Los Imposibles Altibajos

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La muy discutible teoría de los llamados altibajos en la decencia . . .


 

  La caída de los déspotas parece seguir un itinerario invariable. Después del drama de la fuga, la tragedia del linchamiento popular o la vergüenza del enjuiciamiento y subsiguiente condena, siempre surgen los capítulos anecdóticos de sus vidas privadas, que igual sirven para la indignación, que como material para las páginas rojas de los diarios. Los millares de pares de zapatos de Imelda, la narcofortuna amasada por Noriega, las bacanales de los Ceausescu, los muchos dígitos de las cuentas bancarias de la familia Pinochet.

 

ALTIBAJOS EN EL DECORO. El cronista figura entre los detractores, a tiempo completo, de los llamados picos o altibajos en el decoro. Una tesis panglosiana y bobalicona, según la cual un dictador puede ser, patán, represivo, bocón, violador de derechos humanos, pero que como se mira  a sí mismo como el salvador de la patria y quizá de la humanidad, desdeña las oportunidades de enriquecerse. Un verdadero cuento chino.

En materia de la decencia no se producen los tales picos en la personalidad. Son imposibles. Impensables. No calzan. Ni siquiera existen las excepciones para confirmar esta regla que no necesita confirmación.

Lo vemos a cada rato en el ámbito cotidiano. Un resentido social que apalea a su mujer, que atormenta al vecindario, que bebe, juega, parrandea; que en lugar del trabajo productivo fanfarronea, que irrespeta lo mismo las señales de tránsito que las enseñanzas básicas del “Manual” de M.A. Carreño, es mentira que cuando se le presenta la ocasión del beneficio ilícito, la desdeñe. “Es un zafio, pero es un incapaz de robarse un bolívar”. Como que si la deshonestidad, dejase espacio para semejantes hemiplejias.   

El ejemplo de la familia Pinochet, con depósitos millonarios producto de sus negociados en perjuicio del patrimonio público, el de Fidel, cuyos hijos, hermanos y demás deudos, ya comienzan a figurar en las listas de los más adinerados del Planeta, los de Milósevic, Saddam Hussein, Mugabe. Se creían o se creen, unos enviados de la Providencia para la limpieza étnica o hasta política, pero a la hora de hacerse de un “dinerito” en pro del siempre azaroso futuro, extremaron unas previsiones que los convierten en desaforados.

Más allá de dar buen material para el reportaje periodístico, la revelación de tales inclinaciones personales, muchas veces ocultas o presentadas como inverosímiles, satisfacen cierta necesidad de relacionar los excesos secretos de los poderosos con sus respectivas caídas. Existe la tentación de pensar que un par de zapatos de más, fue la causa del derrocamiento del marido de Imelda o que de no haber sido por sus millones, Pinochet sería un buen candidato para un puesto confortable en la historia. El despelote de la supuesta revolución bolivariana, no se debe a que es un proyecto anacrónico, desfasado, trasnochado, sino al poco comedimiento de algunos de sus integrantes en materia de cohecho.

Antes de la cuestión del Poder absoluto, de sus corruptelas y de sus posibles consecuencias, conviene develar el misterio humano que los cobija.  Se dice que el desenfreno por poseer, está fundado en el anhelo de permanecer y que el morbo adquisitivo es una forma de pasar a la eternidad a través de los lingotes o de una cuenta bancaria. No es por casualidad que la industria química, cuyo objetivo final es hacernos vivir para siempre –o por lo menos hacernos menos vulnerables- sea un subproducto de la alquimia, según la cual, el poseedor de la fórmula para fabricar oro, adquiría el poder sobre la vida y la muerte. Pero quien busca tal clase de permanencias a través de los metales – viles o preciosos- enloquece. Por eso todo déspota, sucumbe en la química de sus propias insanias.

NUEVORRICO PUEBLERINO. Los gorreros de la cuadra, han  descubierto un filón inagotable. Se trata de un asno con chequera autoconvencido que puede ser jefe civil, presidente de la asociación de vecinos, cura párroco, campeón de los torneos de bolas criollas y hasta reina de carnaval, con carácter vitalicio, si es que se logran modificar algunas bases del concurso. Otro caso de conducta manoseadora del erario público, que desmiente, si es que hacía falta, la mencionada tesis de los altibajos en el decoro.

Ni siquiera un grifo de oro es capaz de colmar, ciertas aspiraciones. Imelda Marcos, se hubiese visto en la necesidad de reencarnar, para poder usar todos sus pares de zapatos. Pinochet, de una nueva vida para tener tiempo de gastar el producto de los negociados so pretexto de su presunto patriotismo. Gente que lo quiso todo y que no fue capaz de controlarse. Igual que el citado nuevorrico pueblerino y atolondrado.

 


© 2005 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio