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Las verdaderas razones de las tácticas dilatorias de las autoridades norteamericanas, en la expedición de las visas de la comitiva presidencial . . .


 

  Finalmente, Chávez, pudo embarcarse con destino a Nueva York. Al principio se denunció la muy criolla operación morrocoy en la expedición de las visas norteamericanas de la numerosa comitiva de espalderos y profesionales de salud que suelen acompañar al Presidente, en esta clase de giras. Sin embargo, la Historia siempre se va aclarando, como las pinturas de la Capilla Sixtina, a medida que la racionalidad le pasa un trapo por encima.

EL CASO DE LOS ESPALDEROS. La hipótesis más plausible de este impasse que pudo desembocar en la temible guerra asimétrica, fue la de la inclusión de los esbirros cubanos en los anillos que copan la seguridad del viajero.

Aunque ciertas personas no lo crean, todos los norteamericanos no son unos bobotes consumidores compulsivos de goma de mascar - tipo Jimmy Carter, para entendernos mejor. De modo que esos negrazos venidos de La Habana, no iban a pasar por barloventeños, ni por nativos de Cariaco, por más que hubiesen sido cedulados en los días previos al frustrado referendo revocatorio. Si nos ajustamos a los hechos, fue innecesaria la intervención de la CIA o la utilización de cazahuellas de última generación.

-¡Señor, señor, se le aflojó el nudo de la, de la . . .

-Ah, de la cobbbata

Suficiente, para la más modesta aseadora al servicio del consulado norteamericano, repetir la misma estratagema 356 veces, para detectar igual número de agentes del G-2 que pretendían infiltrar ese país, con la excusa de proteger al orador estelar de la actual Asamblea General de la ONU.

TAMPOCO PARA LOS MEDICOS. Los lectores lo recordarán. Corrían los primeros días de 2000, acababa de suceder el deslave  del 15 de diciembre y en predios del alto gobierno revolucionario se escuchó la siguiente advertencia:

-¿Nosotros, con esos supuestos doctores enviados de Cuba? ¡Ni de vaina, eso es pa’l bajo perraje bolivariano!

Resulta muy difícil, ya, engañar con unas mentiras trascendentales en las que solo creen quienes las dicen, y no siempre, como es el caso de la supuesta fe en la medicina cubana.

Fue cuando los entonces, ministro del Interior, presidente del parlamento revolucionario y la Primera Dama, con la complacencia de su marido, se marcharon al Massachussets Hospital de Boston a buscar salud. Un verdadero ¡fo! a los supuestos doctores oriundos de la mencionada isla que fueron enviados a Venezuela por la época.

El cronista jamás ha oído que al alcalde Bernal, le practicaron una intervención quirúrgica en un módulo del Barrio Adentro, ni que la última mococó del maestro Hugo de los Reyes, haya sido atendida en un dispensario de La Habana. Esa gente si no puede ir de clandestina a curarse al Estados Unidos, se interna en el Hospital de Clínicas Caracas, el Centro Médico de San Bernardino, o en la Clínica Metropolitana.

Al contrario de los espalderos, es poco probable la nacionalidad cubana del personal que vela por la salud del Presidente. Los médicos venezolanos han sido vituperados, expuestos al odio público so pretexto de una falsa insensibilidad social. Pero he aquí que a la hora de preservar la vida de quien se tiene por insustituible, a falta de los del Primer Mundo, nada mejor que los especialistas del patio, al extremo, que la demora en la expedición de sus visas fue lo más determinante cuando se difirió por más de 24 horas la mencionada gira presidencial.

¿A qué se debe, en todo caso, que siendo criollos nuestros aludidos profesionales, hayan sido investigados por el Inmigration Service como si se tratara de unos sicarios cubanos, cualquiera?

La respuesta depende, no de la calidad sino con la cantidad de acompañantes que demanda la comitiva de cierta clase de individuos. A saber: especialistas en la administración de Ritalín con Zeconal Sódico para que a primera hora de la mañana, el paciente dé por el arranque. Expertos, respectivamente, en dosificaciones de Haloperidol y Litio, de modo que después de dar por el arranque, el sujeto coja mínimo y el tic del cachete izquierdo no pase de siete puntos en la escala de Ritcher. Gastroenterólogos y asistentes en retortijones intestinales y del bajo vientre, para la prevención de los efectos secundarios de un posible intento de magnicidio; todo sin contar el numeroso contingente de poneinyecciones, supositorios, parches porosos, ventosas y demás descubrimientos de la medicina endógena bolivariana.

Semanas atrás alguna prensa tachó de falsas las amenazas de muerte del reverendo Robertson. Incluso, no faltó quien dijese que todo obedecía a una mise en scene, montada por las empresas de lobby a sueldo del propio gobierno venezolano.

Si lo del show es verdad, la comitiva Presidencial tendrá que agregar, además, personal en una nueva especialidad: curación, sin anestesia, de automagnicidios consumados.

 


© 2005 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio