Las Sectas Forajidas

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El caso de las sectas forajidas ¿Un fenómeno político, psiquiátrico o simplemente para las brigadas policiales contra la delincuencia organizada?  . . .


 

  La semana pasada, una de las grandes cadenas de televisión norteamericana, transmitió de costa a costa - como se dice por allá cuando un programa despierta interés nacional - la historia de Jeffrey Lundgren, el santón de Kirtland, Ohio. El reportaje tiene el mérito de recoger el testimonio de los principales seguidores de este último, condenados a prisiones que no bajan de los 150 años per cápita.

 

Las conmovedoras revelaciones de estos pretendidos salvadores de la humanidad, después de una década de silencio absoluto, han servido para conocer los detalles de un drama que permanecía en relativo anonimato.

LOSLOQUITOS”. La denominada “fuerza del loco” es, quizá, una de las expresiones mas agudas que hay que abonar a la cuenta del ingenio criollo. Es sabido que para dominar la ira de un individuo calificado como “de metra” se necesitan, por lo menos, diez forzudos, sin que sea relevante que el afectado por la chaladura, tenga la talla y peso de un jockey de “La Rinconada”. En el plano intelectual, esto de la “fuerza del loco” se manifiesta con rasgos de excepcionalidad, desenfado, extroversión, que algunos sectores y hasta países - para su desgracia - confunden con la genialidad y el carisma. Allí reside la explicación del paradójico éxito de algunos lunáticos en sus papeles de vendedores de productos milagrosos contra la calvicie, fundadores de sectas - como el caso que comentamos - y hasta jefes de Estado.

¿Era  Lundgren, un demente y por lo mismo inimputable ante la justicia nacional e internacional? Paul LaPlante, su abogado, defensor público del condado de Lake, no pudo esgrimir tal alegato. Un “borderline”, apenas, le respondieron los psiquiatras consultados. O un “loquito”, así, a secas, como denomina nuestra sabiduría popular a semejantes sujetos fronterizos.        

Lundgren, además, era todo un revolucionario. O por lo menos de esa manera se veía sí mismo cuando a comienzos de los 80 comenzó a fraguar una especie de golpe de Estado contra la Iglesia mormona de su parroquia. Quienes lo conocieron en su infancia, coinciden en que de chico, su buena memoria al recitar salmos de la Biblia, los indujo a creer que se trataba de un superdotado. En relación con el patriotismo, igual. Lundgren se autoproclamó campeón absoluto en la materia al llegar a Vietnam. Claro, antes de escuchar el primer disparo. Porque una vez en el frente de batalla, el alto mando tuvo que relevarlo a exigencia del sargento que lo comandaba: “A ese gordinflón, me lo regresan pa’ su casa ¡ por big coolass! - algo que nos abstenemos de traducir porque no queremos ruborizar a la lectoría.

De vuelta a Kirtland, Lundgren, se estableció con sus pretendidos misioneros en una granja abandonada. Fue desde allí, cuando comenzó a planificar un asalto contra el reverendo rival, en represalia por haberlo excomulgado. Compra de rifles para el pretendido ataque, aislamiento e intimidación a sus propios seguidores, entrenamiento militar a estos últimos, charlas con Dios, hasta la declaratoria formal de personificar la versión contemporánea del mismísimo Jesucristo.

 Hay en esta clase de organizaciones de fanáticos, un proceso de lavado de cerebros que recuerda los métodos utilizados por las viejas dictaduras fascistas. Todo para cancelar la habilidad crítica de sus integrantes, cercenar la toma independiente de decisiones y producir obediencia perruna hacia un líder que siempre resulta, bocón, mendaz, exaltado, cobardón, pendenciero, aficionado a pegarle a las damas y cleptómano - tendencia ésta que Lundgren,  compartía con su retorcido segundo de a bordo. La laboriosa comunidad gay venezolana se servirá excusarnos por la siguiente referencia. Con la misma, de ninguna manera queremos incurrir en las odiosas generalizaciones. Pero que no nos vengan. Esa admiración desmesurada, regalona, rochelera y manoseadora de Lundgren, hacia cierto barbudo -  nos referimos a “El Diablo” Mason - su inspirador y también perpetrador de homicidios en serie, raya en conductas de dudosa virilidad.

EPILOGO MACABRO. El tema de la presente crónica no es para reírse, aunque muchas veces la locura ajena origine la carcajada. El caso Lundgren concluyó con un asesinato en masa. Cinco de sus cófrades - tres de ellos menores de edad - resultaron masacrados por el supuesto enviado del Cielo y sus compinches.

Tales tragedias, nos dejan sin saber, si son de naturaleza política, médica, religiosa o tela que cortar para los menos ampulosos escuadrones policiales contra sectas forajidas. O si, ante las inevitables analogías, uno, las imaginó o las soñó en la  duermevela de un programa televisivo. Al pie de la presente crónica aparece una dirección en la red, con información que la complementa. Aquellos con dudas como las mías pueden visitarla para que las despejen.

www.aetv.com (programa "American Justice")

www.crimelibrary.com/notorius-murders

www.rickross.com

 


© 2005 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio