¡-Corten,
corten! El número 54, también quedó perfecto. Seguimos con el candidato
número 55...
-¡Venezolanas,
venezolanos: Es hora de sacrificios! ¡Pido perdón, a mi mujer, a mis
hijos...! (...) a paso de vencedores para devolverle la libertad a esta
ribera del Arauca vibrador!
Ni
tan pendejo. Cuando Pérez Jiménez, Lloverita y Vallenilla, maniobraban a
raíz del asesinato del coronel Delgado Chalbaud, una de sus principales
preocupaciones era la escogencia del Presidente interino. El futuro tirano
iba a presentar su candidatura en las elecciones del 52, pero mientras las
celebraban, alguien tenía que encargarse de la Junta Militar de Gobierno.
-
¡Tenemos que encontrar un pendejo, que no se vaya a alzar con el
“coroto”! – expuso Pérez en el triunvirato.
Después
de pasar lista de los potenciales ocupantes de la silla, se tomó una
decisión
-Traeremos
desde Lima a Suárez Flamerich, actual embajador de Venezuela en Perú.
Asegura
la leyenda, que el doctor Altuve Carrillo, especie de secretario ejecutivo
de aquel cónclave secreto, al oír el nombre de Suárez, terció en la
conversación:
-Si van a traer un pendejo desde tan lejos
¿por qué no me ponen a mí, que también soy pendejo y estoy aquí mismo
en Caracas?
La
fortaleza de Chávez. La tragicomedia de la disidencia, estriba en el
vedettismo, en el ego desmesurado de los posibles
reemplazos de Chávez. Este último pierde de calle el revocatorio y lo
sabe mejor que nadie. Algunas encuestadoras hablan de un 60% que quiere
que se marche frente a un supuesto 35% duro que
lo respaldaría, entre
la gente más depauperada. Una mentira más del oficialismo.
En los sectores marginales pululan los
cobradores de peaje, los traficantes de drogas y los azotes de barrios que
ahora llenan plaza en los llamados Círculos Bolivarianos, amamantados con
recursos del gobierno ¿Qué quieren que respondan los interrogados
en esas barriadas, si ignoran si el supuesto entrevistador cobra en la nómina
de Freddy Bernal, de Otayza o es uno de los sicarios enviados por Castro
so excusa del operativo “Barrio Adentro”?
Aparte
del mencionado vedettismo, otro elemento que puede malograr la
inminente derrota de Chávez en el revocatorio, está representado por los
autoproclamados pendejos. Tras la cara de “yo-no-fui” esconden su
corazoncito o corazonzote, al tenor de la consigna que cuando se trata de
interinatos en la Presidencia, desde un día pa´arriba todo es
cacería.
Unos
y otros, precandidatos formales y altuvecarrillo de este tiempo,
repiten una y otra vez, como verdaderos discos rayados, la necesidad de
sacrificarse. Pero cursilerías aparte, ninguno de sus discursos ha ido
acompañado de pruebas tangibles de verdadero desprendimiento, con lo cual
lejos de restar, agregan confusión y fragmentan más el electorado que
adversa al actual gobierno gamberro.
¡Qué
TSJ, qué Fuerza Armada, que AN ni qué Fiscalía General de la República!
Todos darán una voltereta cuando la implosión del régimen sea
inminente. La única fuerza leal, por así decirlo, que le resta a Chávez
es la dispersión de la disidencia.
La
salida. Hay quien habla de la “economía del voto”. Según esta
conseja el pueblo con su instinto natural, seleccionará a quien le
ofrezca mayores posibilidades de sacar al gobierno forajido ¡Pamplinas!
La sabiduría popular necesita orientación. No tendríamos la calaña que
tenemos en Miraflores, si en su momento se hubiese ejercido sobre el
electorado una labor sana y verdaderamente orientadora de liderazgo democrático.
Todo
para insistir en la necesidad de unas elecciones primarias en la
disidencia. Son muy saludables los mecanismos de concertación que ha
propuesto el diputado Armas la semana pasada. Pero con tantos egos
hipertrofiados y con la nómina de “pendejos por la patria”, cada día
en aumento, no pecamos de pesimistas si anticipamos que, sencillamente, no
funcionará la selección del candidato por consenso. Habrá que prever
con suficiente tiempo una gran consulta popular, único antídoto contra
la dispersión del voto. Caso contrario, terminaremos por seguir
mereciendo el Chávez que padecemos.
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