Las Maltratadas

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¿A que se debe el persistente maltrato de las mujeres por parte de los hombres de su propia familia?  . . .


Leo en un informe del Instituto Nacional de la Mujer, las consultas por maltrato, efectuadas por las venezolanas en 2001. El documento habla de 2.289 llamadas a través del teléfono 800-MUJER. Sin embargo, es seguro que los casos de violencia son más elevados. Al lado de este tipo de estadísticas oficiales, siempre existen los llamados números negros de las que no acuden ante las autoridades, por temor, por ignorancia o simplemente por la convicción que entre marido y mujer los terceros estorban.

Antes de seguir adelante, creo que es bueno aclarar que eso de "mujeres maltratadas" es un eufemismo dañino que rebaja la gravedad del hecho. El granuja que desloma a su pareja y la muele a palos, comete un delito con todos sus agravantes y ningún beneficio se hace a favor de esta causa, si por lo menos no comenzamos por llamar a las cosas por su verdadero nombre.

LAS JUSTIFICACIONES DE SIEMPRE ¿De dónde viene ese hábito tan venezolano de pegar a la mujer o mujeres, esposa, novia, enrollada, empate, amiga con derechos o cosa?

Todavía entre nosotros hay personas que tienen el concepto romano de propiedad sobre los seres humanos y en el caso de las mujeres este supuesto derecho se ejerce a palo limpio. Otros invocan la tradición árabe llegada a través de la conquista española, al tenor de la siguiente máxima musulmán: "Azota todos los días a tu mujer, ella siempre sabrá por qué".

Ahora se dan muchas explicaciones sociológicas, psicológicas y hasta económicas para justificar la injustificable violencia intrafamiliar.

Hay quien dice que el desempleo y sub-empleo, con su carga de desasosiego por no poder cubrir las necesidades más elementales, produce un acumulado de violencia que es causa de agresiones y accidentes entre la pareja.

Para los psiquiatras y psicoanalistas hay razones freudianas y sadianas - creo que éste es quien mejor estudia el fenómeno- que explican el placer de sacudir el cuerpo que se ama. Pero no es un principio de autoridad como parecen entenderlo algunos jueces. La verdad es que no nos atrevemos a reconocerlo. A las venezolanas se les pega por placer, por praxis de machismo, en el que sobran las justificaciones supuestamente científicas. Así somos de hombres.

Del mismo modo que persisten prácticas salvajes, como la fiesta brava, el boxeo, los toros coleados y la incitación a la violencia callejera, quién sabe qué fiesta interior está celebrando el hombre consigo mismo, cuando se quita el cinto para liarlo con el sufrido y siempre hermoso cuerpo de la jai, la soberana, la propia, el segundo frente, la hermana, la hija y hasta de la propia madre. Porque lo habrán observado ustedes. Solo se atropella a una hembra de la familia, no a la vecina ni a la desconocida.

Esta es una prueba más clara que en todo esto hay un ingrediente incestuoso o adulterino.

Lo escribió Juan Ramón Jiménez, siendo un poeta un tanto lejano a todas estas cosas: "Qué extraños/ los dos con nuestro instinto/ De pronto somos cuatro ".

Desde el momento en que él y ella se desdoblan en el sentimiento, agresivo o amoroso. Cuando ya no son dos, solamente, sino cuatro y hasta más de cuatro, sobre una cama o en medio de una reyerta, vaya usted a explicar al precinto policial lo que sucedió aquella noche, a ver si alguien es capaz de entender.

La violencia matrimonial es universal. Pero aquí en Venezuela con su deseducación, abuso, mala bebida, más parece un vicio, que un determinismo. Uno nunca está muy seguro que su mujer sea suya y entonces se la maltrata en plan de corroborar. El árabe que nos aconsejó azotar a la esposa a diario, no suponía que nos lo íbamos a tomar tan al pie de la letra.

EL SEXO Y EL GENERO. Y ya que hablábamos de eufemismos, arremetidas contra el lenguaje y de agresiones contra el llamado sexo débil.

Cuando se redactaba la llamada Constitución Bolivariana, alertamos sobre el ridículo de confundir el sexo con el género. El juez y la jueza, la fiscal y la fiscala y demás boberías de semejante tenor. Una lamentable imitación, por lo demás, de ese feminismo vacuo de origen anglosajón, que hace más de 30 años le dio por decir cosas como She-God porque con ello, pensaban eliminar la carga sexista contenida en la Biblia.

Nuestro texto Constitucional hizo la concesión a las feministas del patio, pero las venezolanas, como que si nada, continúan siendo víctimas de la violencia de sus compañeros.

- Anoche le di una pasada de palos a mi santa, que ha quedado hecha una princesa. Pero he conseguido, por fin, que se estudie la Constitución de la República Bolivariana.

Porque el venezolano, entre otras cualidades, es un canalla constitucionalista.

 


© 2002 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio