Antes de seguir adelante, creo que es bueno aclarar
que eso de "mujeres maltratadas" es un eufemismo dañino que
rebaja la gravedad del hecho. El granuja que desloma a su pareja y la
muele a palos, comete un delito con todos sus agravantes y ningún
beneficio se hace a favor de esta causa, si por lo menos no comenzamos por
llamar a las cosas por su verdadero nombre.
LAS JUSTIFICACIONES DE SIEMPRE ¿De dónde viene ese
hábito tan venezolano de pegar a la mujer o mujeres, esposa, novia,
enrollada, empate, amiga con derechos o cosa?
Todavía entre nosotros hay personas que tienen el
concepto romano de propiedad sobre los seres humanos y en el caso de las
mujeres este supuesto derecho se ejerce a palo limpio. Otros invocan la
tradición árabe llegada a través de la conquista española, al tenor de
la siguiente máxima musulmán: "Azota todos los días a tu mujer, ella siempre sabrá por qué".
Ahora se dan muchas explicaciones sociológicas,
psicológicas y hasta económicas para justificar la injustificable
violencia intrafamiliar.
Hay quien dice que el desempleo y sub-empleo, con su
carga de desasosiego por no poder cubrir las necesidades más elementales,
produce un acumulado de violencia que es causa de agresiones y accidentes
entre la pareja.
Para los psiquiatras y psicoanalistas hay razones
freudianas y sadianas - creo que éste es quien mejor estudia el
fenómeno- que explican el placer de sacudir el cuerpo que se ama. Pero no
es un principio de autoridad como parecen entenderlo algunos jueces. La
verdad es que no nos atrevemos a reconocerlo. A las venezolanas se les
pega por placer, por praxis de machismo, en el que sobran las
justificaciones supuestamente científicas. Así somos de hombres.
Del mismo modo que persisten prácticas salvajes,
como la fiesta brava, el boxeo, los toros coleados y la incitación a la
violencia callejera, quién sabe qué fiesta interior está celebrando el
hombre consigo mismo, cuando se quita el cinto para liarlo con el sufrido
y siempre hermoso cuerpo de la jai, la soberana, la propia, el segundo
frente, la hermana, la hija y hasta de la propia madre. Porque lo habrán
observado ustedes. Solo se atropella a una hembra de la familia, no a la
vecina ni a la desconocida.
Esta es una prueba más clara que en todo esto hay
un ingrediente incestuoso o adulterino.
Lo escribió Juan Ramón Jiménez, siendo un poeta
un tanto lejano a todas estas cosas: "Qué extraños/ los dos con
nuestro instinto/ De pronto somos cuatro ".
Desde el momento en que él y ella se desdoblan en
el sentimiento, agresivo o amoroso. Cuando ya no son dos, solamente, sino
cuatro y hasta más de cuatro, sobre una cama o en medio de una reyerta,
vaya usted a explicar al precinto policial lo que sucedió aquella noche,
a ver si alguien es capaz de entender.
La violencia matrimonial es universal. Pero aquí en
Venezuela con su deseducación, abuso, mala bebida, más parece un vicio,
que un determinismo. Uno nunca está muy seguro que su mujer sea suya y
entonces se la maltrata en plan de corroborar. El árabe que nos aconsejó
azotar a la esposa a diario, no suponía que nos lo íbamos a tomar tan al
pie de la letra.
EL SEXO Y EL GENERO. Y ya que hablábamos de
eufemismos, arremetidas contra el lenguaje y de agresiones contra el
llamado sexo débil.
Cuando se redactaba la llamada Constitución
Bolivariana, alertamos sobre el ridículo de confundir el sexo con el
género. El juez y la jueza, la fiscal y la fiscala y demás boberías de
semejante tenor. Una lamentable imitación, por lo demás, de ese
feminismo vacuo de origen anglosajón, que hace más de 30 años le dio
por decir cosas como She-God porque con ello, pensaban eliminar la
carga sexista contenida en la Biblia.
Nuestro texto Constitucional hizo la concesión a
las feministas del patio, pero las venezolanas, como que si nada,
continúan siendo víctimas de la violencia de sus compañeros.
- Anoche le di una pasada de palos a mi santa, que
ha quedado hecha una princesa. Pero he conseguido, por fin, que se estudie
la Constitución de la República Bolivariana.
Porque el venezolano, entre otras cualidades, es un
canalla constitucionalista.
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