Las Comparaciones

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Al articulista todavía le resulta difícil pronunciar la palabreja en público . . .


El articulista es integrante de una generación a la que le resulta difícil pronunciar la palabreja en público.

De la generación que prefería batirse en retirada, marcharse con su música y sus apuros para otra parte, si al frente de algún establecimiento del ramo, en lugar de un dependiente, observábamos una dependienta. O en el menos grave de los casos. De la que tenía que armarse de valor o quien sabe si de una buena dosis de desvergüenza, porque era la única farmacia de turno en varios kilómetros a la redonda, tocaban las dos de la madrugada y se le venía encima el "ahora o nunca" que muchas veces precede la toma de decisiones desesperadas:

- Señorita, ejem, ujum. Buenas noches. Sería tan amable. Perdone la molestia ¿tendrá usted por ahí, una cajita dee, ejem, una cajita de, fíjese, deee, eh, ah, una cajita dee ¿cómo es que se llama? A ver... a ver...

- Cómo no, jovencito. Adivino lo que usted quiere. Sí tenemos ¿Cómo los desea, de látex o de piel de cordero?

LA URBANIDAD DIFERENTE. Supongo que esa Venezuela ya pasó, a menos para muchos venezolanos. Así que aquello que entre nosotros estaba reducido al ámbito más íntimo, oculto de la forma más discreta tras el velo de la pudicia, ahora se ventila en público, por la televisión, la radio, los diarios, incluso con jactancia, en medio de una diatriba iniciada por el jefe del Estado, por mencionar el penúltimo ¡Aló, Presidente!

- ¿Ha dicho usted, señor Chávez, que nuestros militares han sido usados, como unos condones?

- Lo he dicho y lo sostengo, señor, y para que se convenza, fíjese bien lo que voy a hacer de inmediato . . .

Pero mientras nuestro Presidente pone manos a la obra y demuestra cuestionamiento tan atrabiliario, cual vendedor de un abrelatas recién lanzado al mercado, creo que vale la pena puntualizar algunas cosas.

Ante la comparación de un militar con un preservativo, mi impulso inicial es salir en defensa del preservativo. No se trata de ningún prejuicio especial, pero es que nosotros siempre nos hemos puesto del lado de la parte débil.

Es verdad. Hablamos de un adminículo que igual que la píldora, el diafragma, la "T" de cobre y otros métodos anticonceptivos, irritan a Wojtila. Pero ahora la gente vive más a condición de ser menos y ésta, es una realidad de la cual no podemos desembarazarnos por muy cristianos, católicos, apostólicos y romanos, que seamos. Todo ello sin mencionar que se cuentan por millardos, las mujeres y hombres, en especial jóvenes, que además de utilizarlo como mecanismo de control de la natalidad, se han salvado de contraer enfermedades infecto-contagiosas, muchas veces mortales.

¿A título de que, entonces, exponer el utilitario y simpático sombrerito al desprecio público y generalizado?

LOS OBJETOS TAMBIEN TIENEN  DIGNIDAD. Eso de la posible comparación de alguien o algo, con un generalote que metió mano en el Plan Bolívar para comprarle un Ferrari a su segundo frente o con el teniente-coronel que ordenó la activación del Plan Avila - por nombrar dos de los casos más graves-  es un atentado contra la dignidad, incluso de un preservativo. Yo, por lo menos, creo que es preferible ser un condón. Nuevo o usado. Lo mismo da. Todo menos que ser un militar asustadizo y malversador, que aparte de la orden de disparar contra una manifestación pacífica, a las primeras de cambio se esconde en el Museo Militar o rinde la plaza, so excusa de evitar derramamiento de sangre - siempre que sea la de él, por supuesto.

LAS GERMANIAS PRESIDENCIALES. Más allá de la confusión entre género y sexo en nuestra butifarra constitucional de 1999, con su fiscal y "fiscala", juez y "jueza" por sólo citar algunas supercherías. Más allá del ocioso cambio de denominación de ministerios, despachos gubernamentales, incluido el de nuestra Venezuela, con ese remoquete de Bolivariana, no se puede negar una transformación en el lenguaje gubernamental.

Para los partidarios, se trata de una manera directa, sencilla, que intenta establecer un vínculo especial con las clases más depauperadas. Para nosotros, la utilización de un calé más propio del submundo de la delincuencia, que de la compostura que debe guardar todo jefe de Estado.

Pero gústenos o no, la historia en este particular se dividirá en un antes y después del citado Aló, Presidente. Será algo que no podremos olvidar. En lo adelante, cada vez que un venezolano acuda a la práctica del llamado "sexo seguro" la cara del autor de la comparación estará ahí, como queriendo decirnos algo desde el vituperado adminículo. Aunque su rostro le tumbe la líbido a cualquiera.

 


© 2002 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio