ACOTACION PREVIA. El cronista considera necesario
hacer una acotación, antes de entrar lo que se llama en materia. Se
relaciona con el repudio al asesinato de Anderson. Algo que ya hicimos, pero
que debemos ratificar con independencia de las pretendidas extorsiones que
capitaneaba este último. Por otra parte, aún en el supuesto que las
acusaciones de chantaje se corroboren, lo que cabe en este momento es
exonerar a Anderson de un todo. Por difunto o ausente y por aquello que
cualquier posible culpa no es suya, sino de quien le facilitó el garrote.
Un fiscal, un juez, un funcionario idóneo, no se
fabrica en cuestión de días. En el caso del joven Danilo, en lugar de su
cultura jurídica o de su maceración como servidor público, lo que privó para
confiarle los asuntos más delicados, fue su incondicionalidad con el
gobierno. Había y hay, en el Ministerio Público un considerable número de
veteranos y jóvenes, que lo superaban en méritos académicos y en horas de
vuelo. Todos o casi todos, fueron excluidos en beneficio de quien aceptó
presiones a cambio de su autonomía.
Por mencionar la evidencia más vergonzosa de cuanto
queda dicho. Uno, recuerda la versión que dio el Presidente sobre sus
relaciones con Anderson y se lleva las manos a la cabeza. Chávez está
acusado en el Tribunal de La Haya por las muertes del 11/A. Por lo mismo,
desde el punto de vista técnico es parte directa en todos los juicios o
averiguaciones que cursan para determinar responsabilidades por tales
hechos. Pero no. En los días posteriores al asesinato, nuestro jefe de
Estado confesó, con la mayor impudicia, haberse reunido con Anderson en
Miraflores. Algo que a nuestro juicio constituye delito tipificado de manera
expresa por nuestra legislación.
Usted no puede ejercer amenazas contra defensores
judiciales, escabinos, intérpretes o testigos de una determinada causa.
Menos todavía contra fiscales del Ministerio Público. Si un encuentro
subrepticio y prohibido por todos los códigos procesales, entre quien
concentra el mayor Poder en la historia del país y la persona que se
encuentra supuesto a investigarlo no constituye presión o intimidación, que
venga alguien y nos lo diga.
MISION IMPOSIBLE. Sea como sea, avanza la mencionada
cortina de humo, por no decir ridiculez, de nuestra embajada en Santo
Domingo. La joven Vargas, casó con un integrante de la realeza europea, su
padre es un hombre próspero y quizá la combinación, exacerbó alguna tripa de
malquerencia social de las autoridades bolivarianas.
Nosotros dudamos que sea posible la revelación de un
atentado dinamitero en medio de tal clase de celebraciones. Todavía más, en
éstas ni siquiera hay oportunidad para el relato de un buen chisme, tipo la
revista “¡Hola!”. Uno asiste a cualquier boda y es imposible hablar, a menos
que sea a gritos, porque es moda atormentar a los invitados con los compases
de una big band o de una rockola, según las posibilidades de
los contrayentes.
Matrimonio sin coleados, no es matrimonio, en
especial, si uno de los novios es venezolano. Otro de los inconvenientes con
que tropezarán esas diligencias para hallar presuntos culpables. Por más
medidas de seguridad, anillos de protección y porteros especializados, los
consabidos gorreros las burlan y una investigación que se limite a la lista
de amigos, sin contabilizar estas intrusiones típicamente vernáculas,
siempre será parcial, subjetiva y lo que es más peligroso en tiempos
revolucionarios, recusable por discriminatoria.
Total, que ahora ni siquiera se puede asistir a una
boda sin el riesgo de recibir un citatorio. Por esta vez, voy a tener que
excusarme con Carlos y Camila.
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