En el envés de esa verdad irrebatible, se
encuentran los motivos por los cuales las comunidades resuelven, llegado
el caso, sacudirse tal clase de tipejos. Tampoco los impeachments,
referendos revocatorios o capamientos de jefes de Estado a soga de
ahorcado – capamientos en sentido figurado, valga la aclaratoria- están
impedidos por circunstancias inmodificables o por alguna especie de plasma
germinal de las poblaciones analizadas. Estas últimas tampoco nacen, se
hacen. Por consiguiente, nada más natural que la sabia rectificación.
Después de un mal paso de ineptitud, bonapartismo ramplón, populismo
barato, boconería, pero en especial, de furor por meter mano en el Banco
Central, lo más lógico es el escarmiento, de modo que las sociedades
culpables dejen de merecer los gobernantes forajidos que padecen.
ALUMNOS CON NECESIDADES ESPECIALES. Si queda
descartada la programación cromosómica para entender el comportamiento
de tal clase de gobernantes a lo ancho y largo del planeta ¿cómo
explicar que todos los integrantes de la referida cofradía tienen idéntico
patrón de conducta, no importa las diferencias de raza, religión, sexo,
espacio y tiempo?
En alguna época, operó con éxito continental
la llamada “Escuela Superior de Guerra” Chorrillos, Perú. Asegura la
leyenda, que más allá de las ciencias y artes militares, esta última
localidad era lugar de encuentro y adiestramiento de futuros dictadores
latinoamericanos. Una verdadera logia derechista que asoló la región por
más de 20 años a mediados del siglo XX.
Para no remontarnos demasiado, ni seguir con una
enumeración que podría hacerse interminable. Días atrás uno de esos
asociados del Black Caucus o de la llamada izquierda negra
norteamericana, que previo toque técnico por la partida secreta, aparecen
en los ¡Aló, Presidente! denunció que el “Instituto para la Seguridad
del Hemisferio Occidental”, Georgia, Estados Unidos, opera en sentido
similar y que por lo mismo, nuestros jóvenes militares, no deben estudiar
allá so riesgo de regresar convertidos en gorilas. Entreparéntesis,
alguien tendrá que decirle a esos supuestos defensores de la llamada
comunidad negra, que así como en Venezuela no aceptamos las teorías de
Lombroso para explicar la depravacion de ciertos mandatarios, tampoco nos
tragamos el cuento del “negring”, el “bembing” ni del
“verruging” –para expresárselo en mi inglés macarrónico- como
causa de la repulsa generalizada hacia los gobernantes gamberros.
Pero a lo que iba. Si la existencia de
institutos educacionales para alumnos con necesidades especiales es una
realidad, allí está la explicación del comportamiento standard
que mencionábamos al comienzo. Existe una universidad para gobernantes
forajidos. Las pruebas vivientes son incontrastables y el hecho de que no
sepamos dónde funciona no es óbice para negar su existencia.
PENSUM FORAJIDO. ¿Un jefe de Estado, utiliza
Ton Ton Macoutes, los Freikorps
o subvenciona una horda de marihuaneros con un remoquete que deshonra la
memoria del Padre de la Patria? Ya se sabe que en la “Universidad
Forajida” aprobó la asignatura “Convivencia Gamberra II”. Tomar los
servicios de la cineasta lacaya Leni Riefenstahl, fallecida recientemente,
lo mismo que pagarle a unos palangristas por un cortometraje según el
cual “la Revolución no será televisada”, se aprende en
“Audiovisuales Veraces”, tercer semestre de esta lucrativa
licenciatura. En “Gárgaro Forajido”, nivel propedéutico, el
estudiantado se familiariza con los secretos de esconderse en un hueco del
desierto o con meterse bajo las sotanas de un cura y en
“Pico-pico-solorico Revolucionario” se imparten las reglas básicas
para jugarlo con con “Tiro Fijo” y “Mono Jojoy” sin pasar por alto
la oportunidad de venderle unos misiles, amtrax y de paso, buscar pleito
con los Estados vecinos.
SIEMPRE OCURRE. En las comunidades
universitarias hay estudiantes chuleteros. Son los clásicos
alumnos indotados que requieren la asistencia boca a boca –de nuevo en
sentido figurado, aclaramos- de algún veterano, quien por su ayuda poco
académica, suele exigir honorarios en petróleo, todo para finalizar con
la asignatura que prepara a los graduandos para desenvolverse en la vida.
Me refiero a “Supervivencia Forajida”, nivel de PHD, vale decir,
liquidar una refinería a precio de gallina flaca y depositar el producto
del latrocinio en paraíso fiscal. Porque no se crea. En esta peculiar alma
mater, se aprende que no solo de violar derechos humanos vive un
diplomado en gobierno forajido.
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