La Nueva Asamblea

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La próxima Asamblea Nacional, abandona la cabilla, estatutaria y no estatutaria, por métodos más sutiles e imaginativos de supervivencia bolivariana . . .


 

  La semana pasada, concluyeron las sesiones de la Asamblea Nacional, electa para el período 2001-2006. Un punto de inflexión o de quiebre - para utilizar el lugar común - en la imprescindible composición plural de ese tipo de instituciones. La Revolución Forajida, gusta presumir de su pretendido origen democrático. Sin embargo, se ha valido de la más variada gama de estratagemas para tergiversar la voluntad del supuesto soberano. Al sufragante, si no lo agarra el sin nariz de una electrónica electoral manipulada, lo coge el chingo de un régimen que criminaliza la disidencia, que igual persigue al solicitante de un referendo revocatorio, que lista en mano, cesantea al funcionario público que no votó, porque ese domingo dormía una mona.

 

Del origen espurio de ese próximo parlamento, no se levantó acta el pasado cuatro de diciembre. En realidad, ocurrió hace un par de meses, en el acto de presentación de los entonces candidatos, celebrado en el complejo Teresa Carreño.

¿Cuál fue el factor decisivo para ocupar un puesto salidor en las planchas postuladas por el oficialismo? Algo que abochornaría a cualquier funcionario de elección popular. Nos referimos al dedote zurdo del señor Chávez, quien en el mencionado evento se jactó de haber ungido o defenestrado a los aspirantes a la próxima legislatura, según su lupa, su tomógrafo o sus puntadas, vaya a saber en cuál oquedad de su organismo. Todo con tal del “no va más” de alguno de sus ex partidarios que lo miró feo o no fue lo suficientemente genuflexo. Ya saben el tipo de obediencia perruna que deben guardar los diputados noveles, si es que quieren repetir en una eventual reelección.

PARLAMENTARISMO BOLIVARIANO. De cualquier forma, tales, serán los bueyes que tendremos y con éllos, tendremos que arar. Sus cinco años completos. O tres, dos, o menos. Porque, uno, nunca sabe hasta dónde le dará el cuero a su jefe y en qué parte del período constitucional perecerá devorado por, sus tronas mentales o sentimentales, por la basura, la corrupción, la mala leche de mister Bronwfield, por el hampa, los arrumacos con Fidel Castro o por el caos a causa de los derrumbes de la Caracas-La Guaira, la Regional del Centro, la Panamericana y la autopista de Oriente (si esta última colapsa, seguro que la rebautiza con el nombre de “Rómulo Betancourt”).

Vistos los antecedentes del caso, no hay que ser muy zahorí, para suponer qué tipo de actividad prevalecerá en el Capitolio Federal a partir del próximo enero.

En lo que respecta a la aprobación de leyes, informes de contraloría  e incluso, en la posible modificación de la Constitución, regirá el viejo y no tan noble voto sobaquero, que lo mismo sirve para una indulgencia plenaria por cohecho en la administración pública, que para la pretendida perpetuación presidencial en el Poder, mediante la sucesivas reelecciones organizadas por “su” CNE de confianza.

Pero no todo será paz y tranquilidad, entre los integrantes que conformarán la bancada oficialista. No nos referimos a aquella especie, en vías de extinción, de diputados respondones y de malas pulgas, que alguna vez animaron las barras del hemiciclo. Ahora, para hacer carrera parlamentaria, el instrumental, será diferente.

¿Podrá, mes tras mes, el diputado Maduro, denunciar la enésima invasión de Bush o el bimestral magnicidio frustrado? ¿Y la llamada Fosforito, tendrá licencia para sus periódicas pataletas, que no hacen más que poner al descubierto que a la hora de la repartición de neuronas, no llegó o llegó demasiado tarde?

Las nuevas tareas legislativas demandarán más imaginación y sutileza. Ya no será cuento de silenciar las bancadas opositoras, con los cabillazos estatutarios y no estatutarios, sino de la sana competencia entre los mismos revolucionarios, aquello de ponerse más querendones.

No es cualquier cosa, si tomamos en cuenta que en esta carrera, parlamentaria y no parlamentaria, por la supervivencia participan verdaderos maestros. El anciano retorcido y malamañoso, que se mueve con contorsiones de gata cada vez que se habla con su jefe. El señor Fiscal, con su ley del embudo. El consabido negrito que ríe, a comillo pelado, los chistes malos en los “Alo, Presidente”.

 No dejan de ser métodos artesanales y hasta elementales. Por lo mismo, corresponderá a la nueva legislatura, la incorporación de herramientas de cuarta o quinta generación en la materia. Que se arrodillen, que si quieren, hasta que se arrastren, pero que por lo menos no despierten tanta vergüenza ajena.

 


© 2005 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio