La Corrupción, estúpido

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Al elector no se le puede atiborrar sino enviar mensajes únicos y específicos, dirigidos a la vena de su principal prioridad . . .


 

  Un verdadera clásico, aquel slogan utilizado por Bill Clinton, en su primera campaña para la presidencia de Estados Unidos: “It’s the economy, stupid!”. Una lección que en ese tipo de contiendas, al elector no se le puede atiborrar sino enviar mensajes únicos y específicos, dirigidos a la vena de su principal prioridad. En el mencionado ejemplo, los asesores de quien sería electo por dos veces consecutivas para despachar desde el Salón Oval, dieron en el blanco: el tema, era la economía y así lo destacaron como táctica publicitaria, añadiéndole el adjetivo ¡estúpido! para ponerle sabor.

Según los gurúes en la materia, cada ciudadano, dedica un máximo de diez minutos a la semana a leer y analizar la propaganda de los candidatos. De allí que si éstos se pierden en una maraña de promesas de diferente naturaleza, los votantes se quedarán sin saber cual es, en realidad, lo que le ofrece determinado aspirante.

Rosales, ha centrado su campaña en el compromiso que gobernará, sin discriminaciones de ningún tipo, para 26 millones de venezolanos y que a las clases depauperadas, le otorgará la tarjeta “Mi Negra”. Buena o mala, he allí su oferta. De modo que sus simpatizantes y también los indecisos, ya saben a qué atenerse, a menos que cuando llegue a Miraflores, haga caso omiso a la palabra empeñada.

Para los partidarios de Chávez, la cosa no se pone tan fácil. Si el candidato, ese día se levanta se despierta querendón, porque soñó con Fidel Castro, nos sale con aquella ridiculez que lo poco o mucho que ha hecho en su vida lo ha hecho por amor. Por el contrario, si le vino la mensual -o menstrual- amenaza y habla de divisiones o batallones para hacer tierra rasa con sus adversarios. O peor, pela por listas como las de Tascón, Maisanta, de modo de amenazar de intimidar con el verdadero appartheid político impuesto por su gobierno.

Otro caso que se presta a los malos entendidos, en la presente campaña electoral, ha sido la reacción del gobierno con motivo del incidente de Telesur. En la vecina Colombia, detuvieron a un fotógrafo de dicha televisora acusado terrorista y de inmediato unos de los burócratas al frente del aparato publicitario del candidato-presidente anunció que  acudirían ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para que tutelar las garantías procesales del preso ¿Y no habíamos quedado, que según la “robolución” el mencionado organismo multilateral era un instrumento de Bush y, por consiguiente, Chávez se lo pasaba por donde espalda pierde su decente nombre, en particular si se pretendía proteger a periodistas venezolanos?

Sin embargo, la madre de las confusiones en la guerra de remitidos, desplegados y spots publicitarios, con cara al cuatro de diciembre, ha sido la anunciada batalla contra el capitalismo. Los simpatizantes del oficialismo se miran las caras y no saben qué hacer, porque tal consigna lejos de la sencillez, que hizo célebre el “It’s the economy, stupid” referdio al comienzo, lo que produce son sentimientos encontrados.

 - ¿La lucha contra el capitalismo? – se pregunta la gente llana del chavismo. Pero esos humildes militantes, se quedan sin saber si tal batalla es contra individuos como Bush, Bill Gates y demás ricachones tradicionales o la supuesta cruzada es sincera en cuyo caso tendrían que meter en el mismo saco a multimillonarios, tan o más buchones que los anteriores. A saber: “El Arrodillao” Rangel, Jorge “Audi” Rodríguez, “El hombre de los Ojos Verdes”,  “El Canciller Autobusero”, “La Gorda” Barreto, el banquero Arné, y el propio Padre, Madre y Espíritu Santo de la Revolución, que ha hecho suyos los ternos Brioni, los relojes Cartier, los calzoncillos Dulce & Gabana, los viajes VIP en el Comedólares y demás emblemas de la riqueza peor habida, en estos casos.

¿Lucha contra el capitalismo? –como reza una pancarta gobiernera.

Fue cuando una nutrida representación del Gabinete Ejecutivo protestó. Ellos prefieron un slogan único más específico que promueva el anhelo más caro del alto gobierno robolucionario: “¡ Es la corrupción, estúpido!”.

 

© 2006 Derechos Reservados - Nelson "Lonpleipelúo" Ramírez