Luego de darle rienda suelta a la fruición
peloteril de escupir y rascarse con insistencia, donde la llamada “copa
protectora” pierde su decente nombre, ambos conferencistas dan por
terminada la plática. Segundos después, todo está perdido. Pero el
locutor que ha descrito las incidencias del juego, explica la derrota con
una teoría novedosa ¡Qué equivocación de estrategia, qué lanzamiento
donde no se debe, ni qué mal de ojo, a causa de la cátedra de pésimos
modales dictada, ante la mirada atónita de millones y millones de
espectadores! Urbina y Davalillo fueron víctimas de “falta de
concentración”.
Las derrotas en fila que ha encajado
Michael Schumacher, no son porque la Fiat, se encuentra al borde de la
bancarrota y su Ferrari pistonea por falta de presupuesto. Tampoco
por el surgimiento de pilotos
jóvenes, más suicidas y con mayor hambre de victoria. Días atrás,
también le escuchamos a un comentarista especializado, desarrollar la
misma teoría. Schumacher, pierde la concentración en la pista. Con
seguridad, el todavía campeón al pasar con su coche frente a las
tribunas, a 355 kilómetros por hora, se pone a pescar picones de las
despampanantes fanáticas que asisten al espectáculo y se comprenderá
que así, no se puede regresar al podium de ganadores.
LA MADRE DE LA DESCONCENTRACION. La falta
de concentración es siempre aparente. Uno
piensa en lo que le interesa. Solo que si no lo hace en el lugar y
en la oportunidad adecuada se hará acreedor de admoniciones, como las
citadas al comienzo de la presente crónica.
La llamada falta de concentración se
adapta mejor a la política, que a las incidencias surgidas en la cancha.
Una sociedad, distraída, olvidadiza por naturaleza, proclive a irse detrás
de la primera montonera, no colapsa por disminución de su masa muscular,
por falta de entrenamiento o por una noche loca antes del partido crucial.
La debacle en un campeonato de pico-pico, lo mismo que la elección de un
lunático como jefe de Estado, concluye, donde comienza un caso clínico
de falta de concentración ¿Y en qué estaría pensando esa gente cuando
colocó a tal bandolero en la presidencia de la República? –le
escuchamos por la TV por cable a señora, cuando se quejaba de las tropelías
de Charles Taylor, depuesto presidente de Liberia.
Salas Römer, por mencionar un caso
cercano, no ha lanzado su candidatura por mesianismo o ambición
desmesurada. Sus compañeros de la Coordinadora, cometen una injusticia al
juzgarlo. Como nadie lo puso a repetir “revocatorio, revocatorio,
revocatorio”, 20, 30 veces por minuto, el hombre se desconcentró, se
miró sentado en Miraflores en lugar de darse cuenta que primero hay que
salir de Chávez y he aquí,
que en cualquier momento se estrella contra una cuneta, igual que un campeón
de velocidad que mira hacia donde no debe.
DESCONCENTRACION BOLIVARIANA. Nosotros,
acostumbrados a negarle el agua y el pan, tenemos que reconocerlo. La
llamada Revolución Bonita ha sido una víctima más de esta epidemia, si
nos atenemos a las sesudas explicaciones de muchos cronistas deportivos
Son
las 8:45 p.m..Usted es un abnegado funcionario bolivariano. Llegó muy
temprano a su oficina en Cadivi, pero como la jornada ha sido agitada,
tuvo que tramitar centenares de documentos sin saber, casi, lo que firmaba
¿Porqué en lugar de unos dólares para los hospitales metropolitanos,
autorizó varios millones para la “Asociación de Hoteles de Sábanas
Calientes de la Panamericana, Fila de Marches y sus Alrededores”? Para
responderse la pregunta seleccione una de las siguientes opciones: (a)
Porque los hospitales de Peña y la salud de los caraqueños le importan
un cipote; (b) Porque estaba muy ocupado con la entrega del otro
milloncejo para el próximo viaje Presidencial; (c) ¡Qué hospitales, ni
qué viaje Presidencial! Usted se pasó todo el día en lo suyo:
contabilizando los saldos de sus cuentas en Suiza.
Un
típico caso de aparente falta de concentración. Solo que en tales casos los
autogoles bolivarianos terminamos por pagarlos, los venezolanos.
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