La Comunicación Portátil

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Los buenos modales no salvarán la patria. Pero la destruiríamos mas despacio . . .


 

SI EL CODIGO PENAL castigase la patanería, el mal gusto y la pésima educación, nuestras prisiones estarían atiborradas de usuarios de celulares, buscapersonas y las llamadas unidades interactivas. En otro tiempo la posesión de tales aparatejos era signo de status. Hoy, la única for ma que refleje, no digamos poder, sino una dosis mínima de cortesía es mantenerlos desconectados a tiempo completo.

Los buenos modales no salvarán la patria. Pero la destruiríamos más despacio, si lográsemos erradicar los atentados de "lesa urbanidad" perpetrados por los lunáticos que se preguntan, qué sería de la especie humana, sin los avances de la comunicación móvil.

 

 

Una persona, que en Allegro ma non troppo-Adagio del concierto para violín en La Menor, Opus 53 de Antonin Dvorak, recibe una llamada a través de su celular y que para atenderla en el menos estorboso de los casos le pide permiso a los vecinos de butaca, para trasladarse de urgencia al foyer del teatro, no debería regresar nunca. Ni del foyer ni del más allá. Lo sé. Es una sentencia dura, pero en esta materia no hay lugar para las medias tintas.

Unica posibilidad de indulgencia plenaria por semejante clase de atropello: que el espectáculo no sea de música sinfónica, de rock, ni de guaguancó, sino de ópera y que, por consiguiente, estemos ante un pretexto ingenioso para librarse del culebrón. Si la ópera es de Wagner, más indulgencias todavía. El propietario del portátil se hará merecedor de un mes gratis de hablapegao o de cualquier incentivo ofrecido por los proveedores de tales servicios.

LOS TELEBOXES. Cometeríamos una irritante injusticia, si no le dedicamos unas líneas, a los remitentes de los mensajes con destino a los llamados telebuzones. Es lícito agredir a quien atiende un celular en medio de un sepelio. Al que lo hace con dos outs, parte baja del noveno y con la carrera de irse arriba en la antesala. Lo mismo que en el cine, la iglesia o cuando conduce a 180 K.P.H. Pero aquellos que siembran pánico a través de las contestadoras electrónicas, son acreedores de similares penas.

3:23 pm. ¡Aló, Julián! Soy Mendocita. Tengo todo el día llamándote y lo que me sale es esa maldita contestadora. ¡Se va a caer el negocio, Ju lián! ¡Son cinco melones! Tienes que comunicarte conmigo ya. Pa' luego es tarde.

3:24 pm. ¡Aló, Julián! Soy yo, Gertrudis. No me vengas con ese truco barato de imitar la voz de una grabadora. Sé muy bien que estás ahí. Me voy a suicidar, Julián ¿Entendiste? Sui-ci-dar. Acabo de terminar la carta en la que lo cuento todo. La gorda que se te va a armar, cuando la publiquen en los diarios. Te doy cinco minu tos para que me respondas, so desgraciado...

3:45 pm. Julián, es tu mamá. ¡Hay que sacar los reales del banco! Me acaban de informar que mañana entra en vigencia el "Corralito Bolivariano". Por si fuese poco van a decretar el capamiento general de todos los adversarios del gobierno ¡Mi pobre muchachito! Llámame urgente.

3:47 pm. Señor Julián, su empresa de telefonía móvil, unidad interactiva y bipper, lamenta participarle que su cuenta acaba de sev pasada al Departamento de Estafas y Cheques sin Fondos. Favor comunicarse con el comisario García.

3:52 pm. Soy yo otra vez, Gertrudis. Me estoy subiendo a la ventana del piso 15 de mi apartamento. Te lo dije. Te vas a arrepentir...

3:55 pm. Julián, se trata algo muy delicado. Por favor, comunícate urgente a tu casa.

Dado que el autor de este último mensaje, no se identificó con su nombre; que nadie reconoce su voz, pero sobre todo, que el destinatario es un hombre soltero, que vive únicamente con su gata y que ésta última, pese a que es bella, cariñosa e inteligente, no sabe hablar, toma una decisión heroica: desconecta su telebuzón y atiende por sí mismo las llamadas.

3:56 pm. ¡Julián, por fin te encuentro! Tengo toda la tarde llamándote y tú, con esa bendita contestadora. ¡Se va a caer el negocio, Julián!

_Mendocita, estoy en un velorio...

_Caramba, me disculpas. Entonces te llamo la semana que viene...

_No, Mendocita. Lo que tengas que decir, dilo ya. Es que después de oír los mensajes de mi contestadora, acabo de sufrir un infarto fulminante. Me entierran mañana a las nueve y media de la mañana...

EPITAFIO: Total, para nada. Gertrudis, después de pensarlo mejor, se marchó un fin de semana a Margarita con el fontanero. La empresa de telefonía, le otorgó a todos sus deudores maulas, un plazo de seis meses de gracia y en cuanto a las supuestas medidas gubernamentales, lo de siempre, pura habladera, pero a la hora de las acciones concretas, nada. Casi, como todos los mensajes urgentes, que nos dejan en los telebuzones.

 


© 2004 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio