Justicia:Avances y Retrocesos

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El articulista hace un resumen de los avances y retrocesos en el sector justicia . . .


 

  Leo “La Justicia en la Sociedad del Conocimiento. Retos para los países Iberoamericanos”. Se trata de un estudio comparado, que coordinó la Universidad Oberta de Cataluyna (UOC) entre los meses de septiembre de 2005 y abril de 2006.

El articulista, habituado a negarle – casi siempre de manera muy merecida- el agua y el pan a la sedicente Revolución, luego de analizar ese trabajo del equipo independiente de investigadores catalanes, tiene que hacer un paréntesis en el camino del cuestionamiento acre.

 

Después de todo, en lo último en que queremos caer es en lo que, precisamente, le criticamos a los altos personeros del régimen. Nos referimos al fundamentalismo, a la intolerancia voraz, al talibanismo, que denuesta al diferente, que le desdeña cualquier mérito o que simplemente pretende relegarlo a la condición de comparsa.

En el ámbito iberoamericano, según el estudio, Venezuela figura en el segundo lugar –apenas tres centésimas por debajo de Brasil- en materia de implantación de tecnologías de la información y la comunicación en la administración de justicia.

Un avance significativo que no vacilamos en saludar, en abonarle a la cuenta de quienes lo han hecho posible, porque a más comunicación y a más información judicial, más transparencia y esta última, en definitiva, es una aspiración de toda la Venezuela decente.

Lo bueno. A nuestro gobierno judicial, además, hay que reconocerle otros avances puntuales. El primero, está relacionado con cierta autodepuración operada en el TSJ. Los lectores recordarán el reciente procesamiento y destitución de uno de sus magistrados a causa de manejos poco claros -por decir lo menos- en la compra y dotación de varios inmuebles para las llamadas ciudades judiciales y antes, meses atrás, apenas, se registró el relevo de otros dos de sus integrantes. Uno, por falsear sus credenciales e incurrir en la repugnante práctica de sentenciar un pleito en el que tenía interés directo y un tercero -a quien se le buscó una salida, supuestamente honorable- por la opacidad en cierto asunto relacionado con los llamados bingueros y casineros. El articulista cree haber efectuado su modesto aporte en por lo menos dos, de las mencionadas depuraciones.

La nueva jurisdicción laboral, es otro logro. Una demostración, que cuando se le encomienda una tarea a verdaderos especialistas –no al amigote o al compañero de partido, por el solo hecho de serlo- se obtienen resultados alentadores. En este caso, la implantación de un procedimiento ágil, moderno -todavía por mejorar- pero que substrae a los trabajadores de unas reclamaciones que con el viejo sistema, se convertían en interminables.

El aumento gradual en el porcentaje en la titularidad de los jueces y la celebración de un convenio de capacitación judicial con una universidad –el hecho que sea con la Bolivariana, tampoco lo descalifica - cerrarían los avances más significativos a los cuales nos referíamos al comienzo.

Pero al lado de estos últimos, que reconocemos sin sufrir la dentera que produce el sectarismo, ubicamos las rémoras siguientes:

Lo menos bueno. En el estudio de la propia UOC, Venezuela figura en un lamentable 16º lugar en la subregión, en número de jueces por cada 100.000 habitantes, lo mismo que en una injustificable 13º posición en porcentaje de asignación de recursos, porque los consabidos burócratas, en lugar de acatar el “situado judicial” previsto en la Constitución de 1999, han encontrado el subterfugio de imputar el dinero destinado a las policías, como si se tratase de la operación de los tribunales.

La politización y subordinación con respecto al Poder Ejecutivo  (Linares Benzo, registraba hace poco el insólito caso de una Sala del TSJ en la que el gobierno en no ha perdido sino dos o tres casos en los últimos cinco años); su poca credibilidad y eficiencia en el combate contra el delito denunciada, incluso, por el ministro de Interior y Justicia; la baja remuneración de jueces y funcionarios de instancia (menos de dos mil dólares al mes en muchas situaciones) y su nula presencia en los sectores más depauperados (0% de los residentes de barriadas consultadas,  cree en la llamada justicia formal como alternativa para la resolución de los conflictos en sus comunidades, según medición de “El Imperio de la Ley”) son, quizá, las deficiencias más dramáticas.

Ojalá que algún día –con Revolución o sin Revolución- tuviésemos la satisfacción de escribir sobre el avance en esos aspectos fundamentales. Es que pasa el tiempo, se nos va la vida y hemos comenzado a creer que nunca vamos a tener el Poder Judicial que soñamos.

 


© 2006 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio