En otro tiempo los
venezolanos, no necesitábamos de simulaciones tan aparatosas para no
ingresar al mundo de los difuntos. Bastaba pasar por pendejo, según
expresión coloquial que hizo fortuna entre nosotros.
Si un efectivo policial,
te atropellaba, te exigía que le entregases todo el dinero que portabas en
el monedero, uno, con obedecer sin chistar o poner cara de imbécil, podía
salir bien librado del expolio. Lo mismo si eras víctima de una arremetida
del hampa. Con no echártelas de guapo, era suficiente.
La necesidad de aparentar
estar muerto para seguir perteneciendo al mundo de los vivos –valga la
paradoja- ha sido una de las imposiciones del régimen. De nada te vale que
te hagas el sordo, el ciego, el mudo o el que no sabe, porque la única
manera que no te golpeen más, no te vejen más y no te maten más, es que te
consideren cadáver. Como se ve, en los tiempos que corren uno vale más
muerto que vivo.
Los empleados públicos,
contratistas del Estado, usuarios de los servicios públicos, tienen
experiencia similar a quienes han encarado a la delincuencia incontrolada o
los atropellos de las llamadas fuerzas del orden.
Días atrás me tropecé con
una caravana de funcionarios de nuestro servicio exterior enfundados en unas
franelas y boinas rojas, protestando de manera “espontánea”, por el supuesto
vejamen cometido por las autoridades norteamericanas contra el canciller
Maduro. Esos burócratas lo sabían, bien. No les bastaba, patalear, corear el
célebre “¡Uh, ah, Chávez no se va!”, ni vociferar consignas contra el
Imperialismo. Es que para seguir respirando el aire vivificador del quince y
último de la nómina del Estado, tenían que actuar como unos zombies.
Sus detractores dicen, que
José Vicente ha sobrevivido a las sucesivas podas y purgas del llamado
proceso revolucionario, gracias a la genuflexión y obediencia perruna a
todos los caprichos del amo. Nosotros pensamos que se trata de una calumnia.
Rangel ha sobrevivido, porque Chávez siempre lo ha creído un cadáver de la
política, insepulto, pero cadáver es cadáver.
Los fieles difuntos, que
ahora han resucitado gracias al padrón, tramposo o fraudulento, del Consejo
Nacional Electoral, no saben a lo se arriesgan. Si usted figura anotado como
posible votante, corre el riesgo de figurar en las lista de Tascón o de
Maisanta y de figurar en tales listas y estar vetado para el acceso a las
instalaciones de Pdvsa, la obtención de su cédula de identidad o no le
paguen una valuación de un contrato del Estado, no hay más que un solo paso.
Nada más peligroso para un muerto, que lo devuelvan a la vida, sobre todo si
lo tachan de antibolivariano y contrarrevolucionario.
Para muchos encuestadores
y opinadores resulta inexplicable porqué no colapsa, definitivamente, un
gobierno, corrupto, inepto, entreguista de nuestra soberanía y de nuestros
recursos naturales, cómplice y compinche de los mandatarios más bandoleros
del planeta. Pero es que este cronista siempre ha creído que para llegar
hasta el 2021 el gobierno de Chávez, al menos en el cumplimiento de sus
obligaciones elementales, sigue vivo, pero se comporta como un cadáver.
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