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Nadie discute las razones que tenían los cuadrúpedos para rebelarse. Corrupción, ineficiencia, despilfarro, incapacidad para sembrar el petróleo en la granja, pero sobre todo la poca o ninguna participación de burros, caballos, vacas, perros, chigüires, cerdos, gallinas y demás aves del corral, en la administración agropecuaria. Sin connotaciones peyorativas o de carácter humano, pues advertimos a ciertos lectores malintencionados, que nos limitamos a seguir fielmente el relato orweliano: El alzamiento lo encabezaron dos... - a ver, a ver ¿cómo lo digo sin herir susceptibilidades ?. Ya, sí, lo tengo: El alzamiento lo encabezaron dos ejemplares de la especie porcina, unidos por una vieja relación de compadrazgo. Snowball, el intelectual y Napoleón, un cochinito con ínfulas de poeta, cantante, lider planetario de la fauna, pelotero y hasta galán, menos sosegado que su compadre, pero carismático sin duda alguna. El proceso, así a secas, como le gustaba calificarlo a los nuevos amos de la granja, culminó a velocidad de película muda Los Jones ya no eran los de antes. Habían perdido nervio, tonicidad, capacidad de réplica contramarranera, como consecuencia de la disipación de sus costumbres. Una noche cualquiera ocurrió lo inevitable. Los animales hambrientos de justicia, pero sobre todo de alimento concentrado, se alzaron con el coroto y los viejos todopoderosos quedaron reducidos a la ominosa condición de moribundos. Una de las primeras ejecutorias del proceso, fue cambiarle el nombre a la granja. La denominación original traía malos recuerdos, así que la nueva Constitución estableció que en lugar de "Granja Manor" el establecimiento se denominaría "Granja Animal". Pronto comenzaron a disiparse las expectativas de mejoramiento y de verdadero cambio salvaje. Napoleón se peleó con Snowball, su viejo camarada y para oprobio de este último, no sólo fue perseguido y execrado del llamado proceso, sino objeto de bromas y cuchufletas, incluido un vergonzoso sobrenombre, que no reproduzco porque no es el caso de echarle más leña al fuego. Según Orwell, la siguiente máxima presidió en lo sucesivo el mundo de los cuadrúpedos: "Todos los animales son iguales, pero unos somos más iguales que otros". Lo cierto fue que Napoleón y sus congéneres coparon, a lo bestia, todos los puestos clave: petroleros, en la CVG y hasta en las relaciones exteriores de la granja, con exclusión de todo aquel que no perteneciese a la especie porcina, activa, en retiro o en situación de disponibilidad. Totalitarismo, dispendio, corrupción, intolerancia a la disidencia y hasta un avión, terminó comprándose el controvertido Napoleón. Es que estos tipos de procesos tienen siempre idéntico desenlace. Pero no voy a contar el final del relato de Orwell. "Este bolero es mío", ONG, que tiene por objeto el rescate de la presencia de ánimo en el venezolano, ha tenido la gentileza de invitarme como panelista en un cine foro que incluye la versión en dibujos animados de Rebelión en la Granja. Cuando se fije lugar y fecha del evento, efectuaré a los amables lectores la participación correspondiente.
© 2001 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio
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