LEO UNA DECLARACION de Ronaldo, publicada en este
mismo diario, que "Felipao" Scolari, en el último Mundial de
Fútbol, le impuso a sus jugadores, abstinencia sexual. "A las damas,
ni con el pétalo de una rosa" fue la orden durante los 40 días del
torneo, más el período previo de aclimatación, precalentamiento,
entrada en ambiente y hasta el jet-lag porque el calendario tenía lugar
en las antípodas. Los técnicos lo prohíben y hombres como el citado
centrodelantero, obedecen. Un verdadero atropello de los más elementales
derechos humanos de los atletas.
AHORA, LAS EXPLICACIONES. Pero aparte del crimen, un
verdadero disparate. Ha sido una copa de escasa calidad. De ausencia de
verdadera poesía. Ayuna de inspiración. Quizá de fuerza bruta. De
derroche de condiciones físicas. Uno ve a un defensa que le pega un
patadón a la entrepierna del contrario, que éste se revuelca por el
césped con una orquitis de caballo y a los pocos segundos, como que si
tal cosa, se levanta y prosigue en el juego, recorriendo, cancha arriba y
cancha abajo. Pero no hay ninguna metáfora allí. Menos aún lírica
futbolística. Ahora Avalos, Al otro lado del balón, tiene muchas
de las explicaciones que buscaba.
No sé si es malo hacer el amor, antes de una
actividad como el fútbol, pero sé con seguridad que peor es abstenerse.
La melancolía, el deseo reprimido, la nostalgia, la fustración del
macho, lo mismo hipotecan las botas de un futbolista, que los mocasines de
un político o de cualquier hombre de empresa. El que tiene guayabo,
o sea, escasez, produce poco o produce mal. Igual no adivina la
oportunidad de un negocio, que un claro en la defensa del equipo contrario
adonde pueda colocar un pase, muchas veces decisivo. Ahora comprendo el
porqué de la cara de pelmazo del tal "Felipao". Será uno de
esos pocos que cree lo que predica y que por lo mismo, se ha dado a la
tarea de transmitir sus convicciones mediante el ejemplo.
Escribía Freud, que todas las personas complicadas
psicológicamente son impotentes. Una buena relación de pareja está
llena de gratificaciones. Parece que los grandes militares, siempre se
revolcaron un poco, antes de la batalla. En un texto en castellano
antiguo, le dice la dama al caballero que va a la guerra: "otra
vegada antes que vos vades".
Los guerreros más bravos de nuestra independencia
se pasaban la noche, antes de la batalla, en algún matorral en compañía
de las llamadas troperas. La abstinencia sexual, lastra el alma y los pies
del hombre. Las botas de un militar asustadizo, correlón, proclive a la
capitulación o de un futbolísta que no chuta a gol, lo saben
mejor que nadie.
Ya lo hemos demostrado. Nada se puede hacer con
alegría, que es eficacia cuando la nostalgia de la hembra pesa en el alma
y en el cuerpo. Los técnicos del fútbol y esas especies menores, los
llamados comentaristas del pasatiempo, suelen equivocarse en casi todo. En
fútbol y en lo que a relaciones amorosas se refiere. Once hombres
satisfechos sobre la cancha valen más que un equipo de nostálgicos,
sufridores, reprimidos, arrastrándose sobre el engramado, abstemios de
una buena "vegada".
El acto sexual, no es sino una intensificación del
riego sanguíneo y ese riego, lo mismo limpia la mente de un poeta, la
visión de futuro de un hombre de negocios, que el hambre goleadora de un
centrodelantero.
La proliferación de tarjetas rojas, la violencia
sobre la cancha, incluso entre el graderío - porque un hooligang igual
se imita el nuevo look de Ronaldo, que las descabelladas
prohibiciones de técnicos, como Scolari- provienen de las malas pulgas de
jugadores y de aficionados. Una expresión adicional del canibalismo de
los empresarios deportivos que no buscan sexo, fútbol, poesía, ni nada
diferente, que no sea hacerse ricos a costa de los aficionados. Un
prejuicio de fraile este, que el sexo da raquitismo. Lo que da raquitismo
es la soledad.
LOS EXCESOS. Y llegamos al lugar común: los
perniciosos excesos. Los exaltados aficionados venezolanos al balompié,
por nombrar un caso que tenemos muy a mano. El domingo antepasado
trancaron las calles de la Urbanización Las Mercedes para festejar con
desmesura un triunfo, como el de Brasil, donde no tienen arte ni parte,
como ya lo tenemos escrito en anteriores crónicas.
A esa gente lo que le ocurre es exceso de sexo. Sexo
del solitario, para decirlo con eufemismo. Tampoco queremos con un
eufemismo. Tampoco queremos comenzar la semana escandalizando con cierta
palabrota. Hay señoras, entre nuestra lectoría de cada lunes.
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