O como aquella otra, en que declaró que ir al
lecho del tirano, enfermo y cagalitroso, le producía una sensación todavía
mejor que la que tuvo cuando visitó a su primera novia (“¡Me hache,
achí!” – declaró, casi textualmente a los corresponsales de las
agencias internacionales acreditados en La Habana, quienes no podían salir
del asombro).
Sin embargo, en lo que
se refiere a sus facultades amatorias hacia quienes hemos denunciado sus
tropelías al frente de la presidencia de la República, nos confesamos entre
los sorprendidos.
¿Qué mosca le habrá
picado? Se preguntaron las agencias publicitarias que se están llenado los
bolsillos con una propaganda gobiernera dispendiosa, abusiva, pero que sobre
todo tiene ocho años fomentando el odio entre los venezolanos.
Total, que según la
nueva pauta publicitaria del Presidente-candidato, las palizas propinadas a
quienes han osado marchar en forma pacífica y civilizada para protestar
contra su régimen forajido, no fue por represión, malquerencia, ni pa´ que
supiésemos que hay gobierno. Fue porque Chávez nos ama.
Las caídas y mesa
limpia en Pdvsa, Mercal, el CNE, FOGADE, FODAFA, con los bonos argentinos,
tampoco fueron para asegurar el futuro de nietos, bisnietos y tataranietos.
Fueron porque Chávez nos adora.
Jorge Rodríguez no se
moviliza en Caracas con su “Audi” blindado, por opulencia, nuevorriquismo,
ni por la obscena ostentación de quien se jacta de restregarnos lo mal
habido. Lo hace por sacrificio, por expiación, para entrar en una onda de
idilio con el prójimo.
La señora Ron, Elinor
Montes, los muertos de Puente Llaguno, los presos y exiliados políticos, no
fueron abaleados, privados de la libertad, apaleados, ni aventados hacia el
extranjero, por exclusión, ni por intolerancia, ni porque las hordas de
marihuaneros azuzadas desde Miraflores esa día o esa noche andaban
alebrestadas. Lo que hicieron, lo hicieron por cariño, es que el afecto
tachonaba las cabillas con las que salieron a rompernos el occipital.
Por paradójico que
parezca, el dispendio publicitario que pretende presentar a Chávez como un
adalid del afecto, no está dirigido a los electores, ahora que estamos a
pocas semanas de las votaciones.
Entre sus partidarios
más recalcitrantes, tales expresiones de amor, de tolerancia, de afecto no
calan. Han sido más de ocho años de siembra de odio, de prédica de rencor,
de excitación de los sentimientos más bajos, para recibir ahora con
beneplácito un mensaje que no guarda relación con lo que hasta ahora ha sido
su plato fuerte.
En cuanto a los
llamados Ni-ni y quienes hemos sido víctimas de las persecuciones de Chávez
tendríamos que ser bien pendejos, para creer en estos supuestos propósitos
de enmienda.
Sin embargo, como amor
con amor se paga, no nos queda más que retribuirle con la misma moneda. Lo
amamos, lo idolatramos, pero el tres de diciembre votaremos masivamente para
echarlo fuera de Miraflores. Lo queremos mucho, lo adoramos, pero apenas
desinfectado el palacio de gobierno lo someteremos a proceso, por las
depredaciones de estos últimos ocho años y para que no quede duda de nuestro
afecto por lo menos una vez al año, le vamos a llevar una serenata a las
Colonias Móviles de El Dorado.
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