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Las denuncias de los integrantes del anillo de seguridad del Presidente. Un alegato contra la corrupción administrativa o un bolero de despecho . . .


 

  Como era de esperar, los oficiales del GRAT o del anillo de seguridad Presidencial, que denunciaron corrupción en el círculo personal del señor Chávez, fueron dados de baja. Uno, creía que esos grupos elite estaban entrenados para matar o morir por la integridad del jefe de Estado, para preservarlo, igual de un atentado dinamitero, que de una puñalada contra la moral y las buenas costumbres. Pero he aquí, que en relación con esto último, tales Rambos quintarrepublicanos tienen que atenerse al “nada veo, nada oigo y nada digo”, que es código no escrito en toda casa de cita que se precie de su honorabilidad. Valga, la honorabilidad.  

 

Sea como sea, los venezolanos hemos quedado con una duda. Nos referimos al calibre de los latrocinios que han dado lugar a semejante impasse. En toda revolución, los culpables de apostasía son víctimas de las socorridas descalificaciones de, demencia, traición a la patria o de fundamentalismo

¿Qué observaron estos caídos en desgracia al extremo de hacerse acreedores del sambenito de talibanes?

Quizá advirtieron algo “anormalmente normal”, en el entorno íntimo presidencial. Como comprar el edificio Citibank con sobreprecio, lucrarse con los dólares de Cadivi o el saqueo a dos manos en Pdvsa. Tal vez estos intransigentes de la ética declararon que se “cansaron de ver tanta inmoralidad en Miraflores”, porque en las adyacencias del palacio, en específico, en el patio de bolas criollas recién inaugurado por el Primer Mandatario, este último en persona, así, como quien no quiere la cosa, de manera antirreglamentaria, con empujoncitos con el pie zurdo, en varios descuidos de sus oponentes, acercaba sus siempre erráticos arrimes al mingo, como si estuviese en el CNE. 

AMORES CORRESPONDIDOS. Desavenencias aparte, el comandante y demás integrantes del GRAT o Grupo Revolucionario de Acción Táctica, se han cuidado de aclarar lo que sienten por el señor Chávez. A estas alturas, tenemos que puntualizar que los siguientes entrecomillados son textuales y que de ninguna forma, obedecen a la premeditación, alevosía y jamás ocultada malquerencia del cronista.

“Nosotros lo amamos a usted –le expresan a su antiguo jefe- lo amaremos siempre y lo seguiremos amando”.

Ni siquiera la circunstancia de haber salido esposados de sus cargos, impidió que estos Romeos de las charreteras posaran con un retrato del destinatario de sus afectos y que en repetidas ocasiones emplearan la palabra amor, de modo que más que un alegato por presuntos atentados contra el patrimonio público, la grabación que entregaron a los medios parecía un bolero de despecho.

VALGA LA ACOTACION. Tampoco estamos ante un caso de amores no correspondidos. El  Presidente, en una alocución dominical, con motivo de los acontecimientos del 11/A, expresó lo siguiente

“…yo me dije ¿Qué estará inventando Medina? –se refiere el comandante del GRAT-  porque cuando yo iba saliendo de aquí, le vi a los ojos y él, me habló con los ojos”.

La cultura del cuartel, que no conozco, porque no hice servicio militar, parece que consistió en un curioso cruce de violencia y ternura, de machismo y cabos sueltos, que me imagino eran los menos. Ha ocurrido en las asociaciones de hombres solos. Desde los guerreros espartanos, hasta los cultores de halterofilia, pasando por los internos de Alcatraz.  Mucha tela que estudiar por Freud y Peyrefitte.

Sin embargo, esos antivalores -donde los hubo- han caído en desuso. La juventud de casi todas partes es pacifista, no entiende la causa última de las guerras, porque al final éstas no tienen ninguna y hemos llegado a una suerte de transparencia en la que los ritos tribales del patria o muerte y el de la lealtad perruna se miran desde lejos. Mártires de tal insumisión, de no someterse sin chistar a la brutalidad –o a los arrumacos- del sargentón de turno, han sido los soldados quemados vivos en Fuerte Mara, Robert Aguilar, asesinado en Suacavo y el plaza del Batallón de Cazadores incinerado en Maturín y aquí llegamos adonde no queríamos llegar: al lavado de cerebro que sospechamos han sido víctimas estos  integrantes del GRAT.

LAS AMBIGUEDADES. Efluvios, como el de los ex miembros de ese anillo de seguridad, extraña combinación de belicosidad con mimos, son ajenos al gentilicio. No han formado parte ninguna tradición de nuestros cuarteles. Tienen el tufillo sospechoso de la permuta de la gasolina contante y sonante que le enviamos al señor Castro a cambio de cerebros envilecidos. O ambiguos, que es la germanía que emplea el propio Presidente para estos casos específicos.

 


© 2004 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio