En un país de veras del primer
mundo, ahora mismo, Robertson, no sólo estaría preso, sino plenamente
identificados todos lo que estuvieron detrás de su repudiable proposición.
Pero ya lo dijo el sátrapa del Caribe cuando aquel atajaperros electoral,
llevó Baby Bush a su primer período: Estados Unidos, se ha convertido en una
república bananera.
¿Loco, el reverendo Robertson?
Nos preguntamos nosotros sin disimular la ironía. Lo sabe cualquiera. En
Washington, Nueva York, Boston y las principales ciudades de ese país, no
hay nada gratis. Pero ya no está al frente del FBI, Edgar J. Hoover ni la
gente seria que llenó plaza en el organismo, de modo que un vocero del
Departamento de Estado, despachó esta incitación al delito, así, de un
plumazo, con una declaración bobalicona según la cual, Robertson es un
particular cuyas opiniones no reflejan la posición del gobierno de su país.
UN CASO PARA POIROT. Hércules
Poirot, le hubiese ido hasta la vena a este penoso incidente. No contaban
los detectives de su época, con los adelantos actuales pero gozaban de
ciertas ventajas comparativas. Poirot, por ejemplo, jamás soportó el peso
muerto de pertenecer a un organismo incurso en esa ridiculez de
autodenominarse como la rimbombante “Policía de Investigaciones Científicas,
Penales y Ciminalísticas”, sin ser una cosa ni otra.
Nos imaginamos la escena final
de una pesquisa de veras profesional, de este bochorno. La acción transcurre
en el salón-biblioteca de una mansión ubicada en el extrarradio de Liverpool
o Yorkshire. El reverendo Robertson, ya ha sido conducido, directo y sin
escala, a las colonias móviles de El Dorado, por hablador de pendejadas.
Pero un verdadero sabueso es insaciable. Así que Poirot no se iba a dar por
vencido hasta desenmarañar, el último hilo de la madeja. El primer
interrogado, de los presentes, es el Baby Bush.
- Diga,
por favor, su nombre, apellido y dirección de residencia.
- Un
momentico que voy a llamar a Cheney, para consultarle.
A lo largo de su trayectoria,
Poirot, se distinguió por ser inflexible. Así que no iba a perder el tiempo
con un individuo que no puede caminar y masticar chicle, a la vez, sin las
previas instrucciones de su vicepresidente.
El segundo en el orden al
bate, es la presunta víctima. Una pregunta capciosa, se dirige directo al
nudo del presente asunto.
- Diga,
si es cierto que su gobierno tiene antecedentes en eso de contratar y pagar
con abundantes billetes verdes del Tesoro, a gente como Don King, el actor
Danny Glover, Maradona, los gorreros del Black Caucus del congreso
norteamericano, el reverendo Jesse Jackson - próximamente en Caracas- Fidel
Castro, a un tal Ramonet, a una supuesta abogada de apellido Gollinger, así
como varias empresas de cabildeo de Estados Unidos, todos para que sigan
con el cuento chino que a usted lo quieren matar porque es negro, feo y con
una esteatopigia cada día más repugnante.
Pero la presunta víctima no
puede articular palabras. Aunque ha amenazado a sus adversarios políticos
con sangre, mucha sangre, sufre en ese instante, la misma catalepsia del
cuatro de febrero y del 11 de abril. De modo que, ahora, le ha vuelto a
resoplar un disparo a milímetros de la verruga - en el aso de Robertson, un
disparo verbal, pero disparo al fin - se encuentra “indispuesto”.
Suficiente, para Poirot. Un
cerebro privilegiado no necesita demasiados insumos para dar por cerrado un
caso. Además, es elemental: el principal sospechoso de un crimen es su
beneficiario.
- Qué monje loco, ni qué Baby
Bush! El verdadero magnicida en potencia, se encuentra en esta habitación
escondido detrás de aquella cortina, pero en lugar de un misil, lo que
pretende detonarle al primer descuido, es el vernáculo palo cochinero.
Fue cuando el anciano,
retorcido, malamañoso y aprovechador, supuesto incondicional de la
revolución apareció con su sonrisita de medio lado y su cara de yo no fui.
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