El Envenenabates

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El uso de un bate envevenado por Sammy Sosa, tiene sumida a la fanaticada en un profundo desconcierto . . .


EL BOCHORNOSO INCIDENTE en que se vió envuelto Sammy Sosa, al usar un bate envenenado con corcho, en el partido celebrado el martes pasado en Chicago, tiene sumida a la fanaticada en un profundo desconcierto.

¿Los 505 jonrones conectados por Sosa a lo largo de su carrera, han estado infestados con prácticas antideportivas, poco veraces, pero sobre todo ilegales, porque infringen de manera directa la cláusula 1.10 de las Official Baseball Rules?

¿El hecho de haber sido capturado in fraganti, cerrará el camino para que este atleta dominicano ocupe un nicho  en el Salón de la Fama reservado de manera rigurosa para los verdaderos inmortales?

Conviene recordarlo. Por mucho menos que eso, Juan  Marichal quedó execrado, en la práctica, de los libros dorados del pasatiempo. Ocurrió en medio de una reyerta. Claro, son episodios con distintos matices, Marichal en lugar de colocarle corcho al madero, le pegó con el madero por la cabeza a Jhon Roseboro, aquel negrito simpaticón, catcher de “Los Angeles”, que alguna vez también brilló en Venezuela, como refuerzo del “Caracas”.

UN UNICO CULPABLE. Sin averiguaciones de ninguna naturaleza. Sin llamar a los árbitros que intervinieron en el partido, para que rindan su correspondiente informe ¡Al demonio con los videos, tomas en cámara lenta y el testimonio de los 45.513 parroquianos que esa tarde plenaban el graderio del Wrigley Field de Chicago.

El cronista, como un José Vicente cualquiera después del llamado Catiazo, tiene el nombre y apellido del sospechoso en primera instancia, en este caso del bate envenenado. Es el mismo reincidente de siempre, dicho sea de paso. Me refiero a Oscar Prieto Párraga, lector irascible de las presentes crónicas, gerente general de los “Leones del Caracas” y quien para todo caraquista que se precie de su condición - el articulista uno de ellos- es el culpable de-toda-vaina ocurrida y por ocurrir en el mundo  del deporte. Desde unos nueve ceros ante el “Magallanes", hasta la derrota de la selección de Venezuela en un preinfantil de fútbol, pasando,  por supuesto, por la falta gravísima o simple pecadillo, según como se lo mire, cometido por Sammy Sosa.

EL RENDIMIENTO DE LOS PELOTEROS. Los factores  que gravitan en torno al rendimiento de los peloteros, siempre han abonado el terreno de la polémica. En el caso de los bates envenenados, por ejemplo, Robert K. Adair, profesor emérito de física  de la Universidad de Yale, en The Physics of Basebal  (ed.Perennial, 2002, página 138), niega de manera rotunda que introducirle corcho al citado implemento, represente ventaja significativa. “Incluso si el relleno es elástico - escribe Adair- su energía no puede ser transferida eficientemente al bate en los 0.6-milisegundos que demora  la colisión bate pelota”.

Otros especialistas, hablan de cierto código no escrito que condena a sus infractores a pasar meses en la banca, tránsito doloroso al retiro definitivo. Un pitcher que está dando nueve ceros, por poner un caso, jamás pisa la raya de cal cuando va o viene desde o hacia el dogout. Un jiteador, que está sobre los .300 no se  rasura, no se baña, ni permite que lo fotografien.

¿Se divorció, Joe Di Maggio de Marilyn a causa de aquella escena de “La comezón del séptimo año” en la que la diva apareció en ropa interior a la salida del subway?   ¡Pamplinas! Cualquier aficionado promedio, sabe que  Di Maggio durante su cadena de 56 juegos consecutivos conectando imparables, se negó, por cábala, a cambiarse de calzoncillos, así que la señorita Monroe decidió mandarlo con su música y sus calzoncillos, incluido el bate, para otra parte.

Cuando hace cuatro años Sammy Sosa vino a Venezuela, le lanzamos nuestra voz de alerta, ¿prestarse a la farsa de dejarse ponchar por un pitcher mofletudo, con esteatopigia, que cuando se encuentra en el centro del “diamante”, en lugar de un partido de pelota uno cree que está presenciando la danza de “La Burriquita” y que  por si fuese poco,  tiene una recta que no califica ni para sofball, categoría de veteranas?

Ni siquiera las divinidades tutelares más conspicuas de la macumba de San Pedro de Macorís han logrado romper el maleficio por tal ofensa al beisbol. Peor cuando el frustrado atleta hace jactancia de amistad con el pelotero y amenaza “con el bate de Sammy Sosa”.

Un bate no se envenena cuando se le introducen algunas onzas de corcho. Ya lo dictaminó el profesor que citábamos al comienzo. Ya lo dictaminó el profesor que citábamos  al comienzo. Un bate, un pelotero, como un ser humano corriente, se envenena, se degrada, se envilece, cuando se pone al servicio de determinado granuja.

Ya lo ve usted, primera vez que relevamos al señor Prieto Párraga de la culpa de algún descalabro deportivo. Pero eso sí. Tampoco es para que se acostumbre.

 

© 2003 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio