El
articulista, siempre ha recelado de las sanciones provenientes del State
Departament. Por lo general son mal motivadas, peor concebidas y lo más
grave: no conducen a ninguna parte.
Tomemos, por ejemplo, los
fundamentos del mencionado embargo. Los amantes de la tolerancia y el
respeto al diferente, hemos esperanzado que cualquier advertencia al
sedicente gobierno bolivariano, se centre en sus perpetraciones en
territorio venezolano. Sin embargo, cuando todos aguardábamos un
pronunciamiento en tal sentido, de Naciones Unidas, la OEA o de cualquier
otro organismo multilateral, he aquí que los norteamericanos, concentran su
queja por las amistades –malasjuntas les decíamos en otro tiempo- del
presidente Chávez.
Tampoco vamos a
discutir que esto último no sea verdad. Quizá, en el preciso instante en que
usted lee esta crónica, el mismísimo Osama Bin Laden, en cuerpo pero sobre
todo en alma, deambula por Miraflores e incluso, la está pasando gordo, en
compañía de varias hetairas, en la suite Japonesa del llamado palacio de
Misia Jacinta. También es posible, que nuestro jefe de Estado antes de
concluir su más reciente periplo salvador del mundo, haya efectuado un toque
técnico en el Caquetá, para jugar al pico-pico-solorico con Tirofijo y Mono
Jojoy.
Sin embargo, peor que
ofrecerle posada a un prófugo, por muy terrorista que sea o tomarse un
receso con un juego poco acorde con la investidura de jefe de Estado, es
vivir del fraude electoral; practicar el appartheid político con
listas de soplones y demás tascones; entregarle el control de los organismos
policiales a delincuentes convictos y aquí llegamos adonde no queríamos
llegar. Nos referimos a la comezón, la picazón, por no decir furor de
Mesalina, de muchos altos jefes bolivarianos en materia de meter mano en la
Tesorería, algo que no parece motivar a los autores de estos embargos que
cuestionamos.
Una calumnia ¿Conspira el presidente
de Venezuela, junto a su colega de Irán para enriquecer el uranio y detonar
un artefacto nuclear?
Este es otro
señalamiento de los norteamericanos, que no compartimos. No es que no se les
haya ocurrido a Ahmadineyad y a Chávez. Pero, ya lo dice el tópico: deseos
no empreñan. De manera que en lo que a este último respecta, metemos las
manos en el fuego. Un individuo cuyo gobierno dinamitó con manifiesta
impericia, por no decir torpeza, los escombros de un viaducto que se caían
solos; que ha sido incapaz de recolectar la basura en Caracas –o de dar una
orden para que alguien lo haga; que después de siete años, no ha rescatado
ni un solo niño de la calle, luego de jurar que lo haría apenas iniciar su
mandato, es poco probable que posea la arboladura intelectual, por no decir
las neuronas, que se necesitan para desintegrar el átomo. Además, el alto
funcionariado bolivariano cuando escuchó esta acusación, a coro, como un
solo hombre, esgrimió un incontrastable argumento: “¡Qué enriquecimiento del
uranio, ni qué ocho cuernos! Nosotros a lo largo del gobierno
revolucionario, hemos demostrado que el único enriquecimiento que
practicamos, es el enriquecimiento ilícito”.
¿Hasta qué punto pueden
los gobiernos extranjeros, colaborar para que los venezolanos salgamos del
butrón en que nos hemos metido, nosotros mismos?
El cronista lo único
que valora es el apoyo moral, siempre que sea comedido.
No pegan una.
Semanas atrás escribíamos
sobre un tema delicado. Nos referimos a la lista los gobernantes más
adinerados del planeta, muchas veces a través de testaferros.
Son las 12 de la noche.
Repica el teléfono.
- Saludo
bolivariano ¿Quién llama?
- ¿Te enteraste? ¡Esos
come cobbbata, te acaban de tirar un embargo militar!
- ¿Militar, nada más?
Menos mal que no fue un embargo de las cuentas off shore que tenemos
en Bahrein, Suiza, Pekín, Singapur, Estocolmo, Teherán, Taipei y Gibraltar
Y ahí lo tienen. El
State Departament, no pega una. Ni siquiera, embarga donde duele.
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