En el término de la distancia, era el requerimiento de sus nuevos
empleadores, así que lo más rápido que pudo, se presentó ante la corte
con su laúd, su baúl de trucos, pero sobre todo, con su ingenioso
repertorio que marcaba la moda entre sus colegas de bufonería.
- Canto, bailo, hago magia, chanzas y me lanzo de
cabeza contra el piso. Con buen gusto, por supuesto - fue la
autopresentación de Tarcicius.
-¿Imitaciones? –le preguntó el Chambelán Mayor
encargado de cerrar el contrato.
-No hago el convencional hombre que se comporta como
un cerdo, sino el cerdo que se comporta como un hombre. Les va a gustar.
Se le tomó a prueba por una semana. Si su trabajo
agradaba, sería incorporado al séquito real. Comida, bebida y para
vivir, un rincón en el establo. Todo a cambio de hacer feliz al monarca.
Antes de comenzar, Tarcicius, quiso saber si en
aquella corte existía algún tema tabú. Cualquier cosa que molestara a
Su Majestad. Algo inoportuno para jugar alguna broma, ligera o pesada.
- A excepción de la esteatopigia del Rey, puede
hacer chistes con entera libertad. Nuestro Soberano es un practicante a
tiempo completo de la monarquía participativa y protagónica, aparte que
es amante de la información veraz.
- ¿Cualquier clase bromas? ¿Decir que el rey es
loco, un criminal; que es un chancho y que se roba, sin pudicia, las joyas
de la corona mientras su pueblo se muere de hambre?
-Todo a excepción de la esteatopigia real. Además,
no use las sutilezas, las insinuaciones. Esa es la segunda regla. Si no
llama las cosas por su nombre, se podría enojar, Su Majestad, y entonces
la decapitación es un peligro latente. Por cierto, vaya a prepararse,
pues en pocos minutos comienza su primera presentación.
Para no olvidarlas, el bufón salió enumerando con
los dedos, las dos reglas fundamentales de su nuevo empleo. Primero, la
esteatopigia, segundo, las sutilezas. Primero, las sutilezas, segundo ...
La representación fue un éxito. Jamás el rey
había sido insultado de un modo tan gracioso, pero sobre todo, tan
directo. El bufón, como le vino en gana, también habló mal de los altos
funcionarios. Jugó bromas a costa de la risita genuflexa, a dentadura
desplegada, del ministro de educación. Al de Hacienda, le recordó que
había prevaricado con unos bonos de la deuda real. Se metió con el
tumbaíto del Canciller y sin ninguna clase de tapujos, llamó hordas de
marihuaneros a ciertos círculos violentos que se amamantaban con recursos
del trono.
El rey reía a carcajadas. Mejor dicho. Todos, por
imitar a su jefe, reían también a carcajadas.
- ... y dígame ¿cuáles son las bromas de la plebe
a costillas de su soberano? – preguntó el rey al bufón.
- Los chistes más procaces sobre su amistad, para
ellos demasiado estrecha, con el monarca de una isla vecina. El siguiente,
por ejemplo ...
Más carcajadas.
- No le desean ningún mal, Su Alteza –prosiguió
Tarcicisus engolosinado con el triunfo – quieren que se siente a la
diestra de Dios Padre. Eso sí. Cuanto más pronto, mejor.
Más carcajadas de la audiencia.
- Y ahora, antes de tomanos la llamada copa del
estribo... - anunció el bufón.
El rey frunció el seño. Sus colaboradores, incluso
el negrito ministro de educación, dejaron de reír de inmediato. El
silencio se apoderó del castillo.
Cuando el bufón era conducido al calabozo, el rey
le preguntó al Chambelán Mayor:
- ¿Cuándo lo contrató, le advirtió que no se
podía burlar de mi esteatopigia?
- Se lo advertí, Su Serenísima...
- Entonces será decapitado al amanecer. Somos
amantes de la información veraz, siempre que se sigan las reglas.
Epílogo. Antes de la ejecución, el Chambelán
Mayor fue a visitar al bufón en la ergástula.
- Le advertí: no podía ser sutil, ni debía
burlarse de la esteatopigia del Rey, esto es, la excesiva acumulación de
grasa en las nalgas reales.
- ¿Esteatopigia? ¿Sutil? Si yo iba a hacer un chiste acerca del
vino...
- Pero nuestro monarca creyó que iba a ser acerca del bacalao...
Tarcicius sacudió la cabeza ¡Condenado por una
mala interpretación! Cuando el Chambelán estaba saliendo por la puerta,
quiso preguntarle:
- En todo caso ¿qué tiene qué ver el bacalao con la esteatopigia ?
Demasiado tarde. El verdugo estaba allí para ejecutar la sentencia.
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