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I EL AMX-30 SE DESPLAZABA, trabajoso, lento, pero con gran estrépito entre las esquinas de Bolero y Llaguno.( Claro, un vehículo blindado, con roda miento tipo oruga, obsoleto, de escaso por no decir inexistente mantenimiento, no parece el más adecuado para "dar una vueltecita por ahí" como había anunciado en forma repentina si maquinista a las 2:30 am. Además, estaba la poca pericia del maquinista. Mejor dicho, la nula pericia del maquinista. Media cuadra antes de tomar Miraflores, el tanque de guerra exhaló si ultimo suspiro. Desde su interior una dos, varias veces, trataron reencender el motor. Vano esfuerzo. Ni siquiera daba por el arranque. Unos borrachitos que merodeaban esa madrugada por la avenida Urdaneta, se ofrecíeron como espontáneos para prenderlo em pujao. Los hombres estaban en el punt( máximo de su delirium tremens. Por lo mismo pretendían hacer caso omiso del tonelaje de la mole de acero y de lo que es peor, del número de "frías" que a esa hora ya tenían entre pecho y espalda: -¡A la una, a las dos ya las treeés! pero nada. Nuevo intento, pero otra vez sin resultado. El único pasajero del vehículo accidentado, emergió por la trampilla de acceso al carro de combate para dirigir en persona esta operación remolque, por llamarla de alguna forma. Traje de camuflaje, casco, granadas fragmentarias en mano, dos hileras de recargas de proyectiles terciadas en el pecho, ametralladora de fabricación checa y un ejemplar del "Oráculo del guerrero" en el bolsillo trasero izquierdo de su pantalón, completaban su indumentaria: ¡Sí la naturaleza se opone, lucharemos contra ella!... arengaba una y otra vez, mientras sus pretendidos ayudan tes trataban de mover el tanque de guerra varado en medio de la calle pública. No pudieron ni un solo milímetro, así que el más sobrio del grupo tomó una decisión sabia: - Compañeros: no importa que no se haya echado ni un solo palito, pero la megatrona que tiene este "Rambo" tropical, es más peligrosa que la de nosotros. Lo más sano que podemos hacer, es regresar pa'l botíquín de inmediato.
II Los decretos de suspensión de garantías dictados por Rómulo Betancourt han servido una y otra vez a gobiernos posteriores, como documentos guías, adoptadas por CAP con motivo del 27 y 4 de febrero y noviembre de 1992; viernes negro de Herrera Campins. Leoní, Lusinchí, hasta Ramón J. Velásquez, todos, alguna vez borronearon nombres y fechas sobre fotocopias de los originales firmados por Rómulo y los tuvieron ahí, a mano, por si acaso había que declarar emergencia constitucional. Pero esta vez fue la excepción. -¿Rómulo Betancourt? -preguntó la archivista cuando le ordenaron hurgar en los papeles viejos- ¿Quién es ese, el nuevo short stop de los Navegantes del Magallanes? El mandato orwelíano de borrar toda memoria de determinados personajes ahora se volvía contra su propio autor. Además, Betancourt no firmó ninguna resolución de freír cabezas, acabar con el Parlamento y disolver la Corte Suprema, por lo que el decreto aiustado a las necesidades de pasar por la paila hirviente a los aliados cuestionadores de la aspiraciones totalitarias, tendría que ser de su propia ~secha: "Bolivarianos, bolivarianoss: Rayo mortal del cielo y pestilencias venga sobre tales personas (el anterior párrafo se refiere a masistas, emerrevistas duros y emerrevistas light, a punto todos, de ser desembarcados del ferrocarril de la revolución). Espina o hueso se le atraviese comiendo en el garguero y san Blas no le curase (esta como que va contra Rangel y Miquilena). Hoy una gallina, antier un gallo, yo veo bien mi duelo, aunque me callo ¡Que muera el maldito malo, el traidor que se ha llevado mi queso! (Esta parte es cuando un hombre está dispuesto a declarar la emergencia porque está hasta la coronilla de los corruptos robagallinas, excluidos, por supuesto, los militares del FUS y del Plan Bolívar 2000).
III El caballero con indumentaria de soldado no se inmutó por la avería de su tanque de guerra. Trepó a la torreta giratoria del vehículo, se sentó en el puesto del artillero y comenzó a girar un arma imaginaria mientras, declamaba otra de sus inconexas arengas: - Cuando habla es lo más parecido a una ametralladora automática - pensó uno de los reclutas apostado en la garita más próxima -¿pero y sí se le escapa un tiro de verdad? - No te preocupes- respondió un sargento con toda su veteranía- En materia de tumbar gobiernos, ese caballero es inofensivo. Hoy, la cogió por darse un autogolpe a bordo de una tanqueta. El de ayer era mediante unos decretos en los que disolvía el Parlamento. Peligroso no es cuando intenta un golpe de Estado, que lleva como de cinco cero. Peligroso es cuando cre que gobierna.
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