¡Desentierren ese Camión!

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El extraño maleficio, según el articulista, que inhibe a nuestras representaciones en la Serie del Caribe . . .


 

HA SIDO el decimocuarto televisor que he estrellado contra el suelo, en la historia de las “Series del Caribe”. En “mi” historia particular de las Series del Caribe, valga la aclaratoria. Ocurrió en el extrainning del primer choque entre las representaciones de Venezuela y Dominicana. Un wild picth, seguido por una línea floja que trajo para la goma la de irse arriba para los dominicanos bastó para la rabieta.

¿Y? les respondemos a los detractores de siempre. El aparato de TV era mío, lo destruí en pleno uso de mis facultades, pues no bebo ni una gaseosa en medio de las actividades serias y ligar en la “Serie del Caribe” lo es. Además, esa catarsis que me veo obligado a cumplir casi año tras año, tiene lugar, en solitario, sin daños a terceros, pero en especial, sin menores como testigos, de modo que los cuestionamientos por mal ejemplo quedan descartados de manera terminante.

ANALISIS TRADICIONALES. El articulista escribe la presente crónica, la mañana del jueves cinco de febrero cuando, todavía, faltan por cumplirse dos jornadas de la “Serie” correspondiente a 2004. Sin embargo, vistos los resultados hasta entonces, es punto menos que imposible que ganemos el campeonato. Algo inexplicable.

“Tigres” de Aragua, representante de Venezuela, es un equipo corajudo que cuenta entre sus reservas verdaderos talentos. Ordaz, Luis Rodríguez, “Charallave” y Miguelito Cabrera, este último, un elegido de los dioses. Aparte de todo, se reforzó con Magglio, el “K-Rodríguez”, Alex Cabrera y Robert Pérez. Un “dream team”, para decirlo sin rodeos.  Pero no. Como ocurre cada año, nuestro seleccionado se ha visto vacilante, inseguro, incapaz de hacer las jugadas de rutina que impedirían que los febreros beisbolísticos, se constituyan en meses de amargura para los fanáticos venezolanos.

¿A qué se debe que nuestros equipos se desenvuelvan en esos torneos muy por debajo de sus comprobadas habilidades?

Para los seguidores de los “Leones” del Caracas la respuesta se reduce a dos palabras: Prieto Párraga, ex propietario, gerente, asesor general de la divisa y para nosotros, único culpable de cuanto descalabro deportivo. Desde unos nueve ceros ante los archirrivales magallaneros, hasta la pérdida por goleada del seleccionado de fútbol preinfantil en un partido amistoso celebrado en Madagascar. Sin embargo, en este caso particular, el articulista se siente obligado a otras explicaciones.

Alguien atribuyó estas derrotas al contingente de importados que conformaban nuestras delegaciones. Había baja producción de estrellas nativas, los equipos se reforzaban con musiúes y éstos no le daban a los campeonatos caribeños la importancia que han merecido. Otros, en voz baja, culparon a atletas como Galarraga y Vizquel. Sí, son muy buena gente y colocan el alto el gentilicio en Estados Unidos, pero a la hora de representarnos escurren el bulto so capa de sus meniscos, siempre delicados en lo que se refiere a jugar por la patria. Pero ahora tenemos abundante talento de exportación y las luminarias criollas que llenaron plaza en los “Tigres” de la presente jornada, lo han hecho ad-honorem y de puro corazón, por lo cual se desvanecen las excusas de otro tiempo.

ALGO MAS QUE BOLAS Y STRIKES. El beisbol es mucho más que números  y estadísticas. Los fanáticos de Boston lo saben, por nombrar el caso más patético. Tienen casi  un siglo sin ganar una Serie Mundial, pese a los millones dilapidados en superestrellas.

Hace unos pocos años, se determinó que la legendaria maldición de “Babe” Ruth, que pesa contra los “Medias Rojas”, la ocasiona un piano. Aseguran investigadores, que Ruth, enfurecido por su transferencia a los Yanquis, lanzó su instrumento preferido, no contra el suelo, como el articulista, sino a las profundidades de un lago, mientras pronunciaba unas palabras ininteligibles. Hasta la fecha ningún buzo ha podido dar con el portador del maleficio, entre las decenas de lagunas que existen en el extrarradio bostoniano.

¿Qué es de peor agüero, lanzar un piano al agua o enterrar un camión inservible en la lomita del pitcher?

ES HORA DE HACERLO PUBLICO. Debajo del montículo del “Universitario”, buque insignia de nuestra pelota, yace un volteo F-100, modelo 1949. Ingenieros irresponsables, que creían que un estadio de beisbol es igual a un superbloque o empotrar una cloaca, cometieron el sacrilegio. El articulista opina que en tal afrenta, reside nuestra mala suerte en los clásicos del Caribe.

 Hay que desenterrar ese camión a toda costa. Si se comienza antes de la publicación de este artículo, mejor.

 


© 2004 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio