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Hasta hace poco, los Beatles estaban prohibidos en las radioemisoras de Cuba . . .


A comienzos de los 60, el cineasta cubano Nicolás Guillén, pariente del poeta homónimo, fue detenido por una imagen de su documental "Café Arábica", donde mostraba en off a Fidel Castro, en uno de sus interminables discursos.

Puntualizamos mejor, sin escucharse lo que decía, pero con música de fondo de The Fool on the hill de los Beatles.

También por aquellos años, los rockeros, homosexuales, intelectuales, artistas y religiosos, fueron recluidos en las Unidades Militares de Ayuda, a la Producción, UMAP, eufemismo que utilizaba la "Revolución" para reprimir a sus adversarios. Cuando Graham Green llamó por teléfono al dictador para reclamarle por la existencia de campos de concentración en la isla, Castro, con ese don que siempre ha tenido para el cinismo, invitó al novelista inglés a visitarlo a fin de que comprobase que se trataba de una calumnia más del imperialismo yanqui. Por supuesto que Green no tuvo oportunidad de constatar su denuncia. Sencillamente cuando tocó tierra cubana, ya las alambradas habían sido removidas y los centros de reclusión estaban disfrazados de supuestos campos de cultivos, que no cosecharon jamás otra cosa que el sufrimiento de los prisioneros. Todavía, hasta hace muy poco, los Beatles estaban prohibidos en las radioemisoras de Cuba y en lo que se refiere a los rockeros se les permite, una vez al año, ir al Parque 15 del Vedado, para sentirse contestatarios por unas cuantas horas.

EL PROYECTO VARELA. El 10 de mayo de 2002, el disidente cubano, ingeniero Osvaldo Payá consignó ante la sede del parlamento de su país, 11 mil firmas que respaldaban su solicitud de referéndum sobre varias materias. Nada de particular, por lo demás. Derecho a la libre expresión, amnistía, derecho de los cubanos a constituir empresas y democratización de la ley electoral.

A los pocos días de esta iniciativa, heróica de veras, porque en una tiranía reunir tal número de firmantes constituye una verdadera proeza, el régimen de Castro promovió una consulta popular, al mejor estilo de Saddam Hussein en la cual 9 millones de cubanos declararon la "intangibilidad" de la Constitución de 1992.

La propuesta "Varela" se encuentra basada en expresos preceptos de esa misma Constitución. Pero no. Ahora, los rábulas oficialistas han dictaminado que tal iniciativa es nula, porque las 11 mil firmas que la soportaron no fueron certificadas ante notario público, aparte del manido argumento según el cual la sola consulta supone intento de alteración de la Constitución previamente declarada intocable. Por cierto, ese aparente apego jurídico no fue exhibido cuando a mediados del 2001, Castro cambió el sistema político de su país. Ni más ni menos ungió con insoportable tufo monárquico, a su hermano Raúl como futuro presidente de Cuba, para cuando él muera o se deteriore. Es que el ridículo es la única salida de los tiranos cuando éstos pretenden sobrevivir a sí mismos.

TODO DISIDENTE ES LOCO O TRAIDOR. El pasado 20 de marzo, cundió el pánico político en Cuba. El déspota, en medio de la conmoción mundial por la invasión de Irak por las llamadas tropas aliadas, intentó mimetizar la detención de 87 integrantes del "Proyecto Varela" con la acusación propia de todo opresor: sus adversarios tienen que estar locos o más sencillo, son traidores a la patria. En la escalada represiva no sólo intervinieron las fuerzas policiales, sino las llamadas "Brigadas de Respuesta Inmediata", parientes cercanas de las bandas de marihuaneros que operan en Venezuela bajo el remoquete de "Círculos Bolivarianos".

Casualidades de la vida. La normativa que sirvió de base para condenar en juicio sumario a esos verdaderos mártires, es, mutatis mutandi, la misma que pretende aprobar Hugo Chávez, con el título de Ley Antiterrorista. Pensar o hablar mal del gobierno se equipara a conspiración. Entrar en contacto con el mundo exterior, es sinónimo de complot con el enemigo y hasta conectarse a la red se encuentra mal visto y quizá sancionado con cárcel. Palabras más, palabras menos, ya se lo escuchamos en un acto en Barquisimeto a uno de los mercenarios que cada cierto tiempo nos envían desde la isla en calidad de asesores: "La internet es el opio del pueblo".

Las mujeres y hombres del mundo amantes de la libertad, además de protestar contra el atropello de los dirigentes del "Proyecto Varela", estamos en la obligación de apoyar las acciones que conduzcan al cese de la tiranía de Castro. Por lo pronto, apostamos al llamado efecto dominó. Cuando depongamos a su émulo de Miraflores, seguro que la caída arrastra a la dictadura cubana. Después de todo, sobrevive, apenas, gracias a nuestro petróleo.

 


© 2003 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio