El Club Forajido

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Los reclamos de reforma de Naciones Unidas, se traducen en la constitución de un nuevo club . . .


 

  Los Estados forajidos de la Tierra constituyeron un club. Un sitio de solaz y camaradería para pasarlo gordo, sin la mirada indiscreta de la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el “Manual de Urbanidad” de Manuel Antonio Carreño y demás zarandajas que desarmonizan con la ya desarmonizada estructura anímica de los promotores de la idea.
¿El organismo internacional que restringe la proliferación de las bombas atómicas, incluida la previa elaboración de uranio enriquecido? ¿La comisión de valores que establece que empresas como Citgo, publiquen semestralmente sus balances auditados? ¿Las veedurías electorales de la OEA y la Unión Europea?

¡Que se vayan p’al cipote! Lugar que la coprololalia forajida, tiene reservado para las instituciones o individualidades empeñadas en regenerarla, algo que equivaldría a la negación de su propia razón de ser y por ende, objeto a los venablos más soeces.

La convocatoria para suscribir el acta fundacional del club, excedió los cálculos más pesimistas -pesimistas para nosotros, porque para los nuevos asociados, a más miembros, más atajaperros. Narcorepubliquetas, republiquetas bananeras, republiquetas de la ex Unión Soviética, republiquetas del llamado Quinto Mundo, sin faltar, porque no podían faltar, paraísos fiscales, emiratos árabes gamberros, monarquías afincadas en atolones perdidos en el Pacífico y cierto Estado cleptómano y desvergonzado, que a la hora de los escalafones universales de, corrupción, violación de  derechos fundamentales y fraude electoral no es segundo de nadie. No lo mencionamos por su nombre, geografía y símbolos patrios reencauchados, porque lo último que queremos es ofender a nadie en particular.

LA FINANCISTA DEL CLUB. Los lectores ya se imaginarán quién fue el primero en ofrecerse para regalar el terreno, la construcción de la sede y donar desde la mantelería hasta el papel higiénico Además, esta nueva manifestación de nuevorriquismo, incluía algo muy difícil de rechazar. Nos referimos a la paz y tranquilidad de los asociados. O lo que es lo mismo: puerta franca para entrar y salir por aeropuertos y puestos fronterizos locales sin  interferencias de fiscales del ministerio público y órdenes de capturas libradas por INTERPOL, aparte de la ansiada censura previa, de modo que ningún reportero o cadena de TV incurriese en la falta de hospitalidad de publicar el prontuario de los miembros VIP - que lo son todos- de la nueva organización. Sin embargo estas cosas, son más complicadas de lo que parece. La propuesta a todas luces atractiva, fue rechazada de manera unánime en la primera plenaria:

-¿En la republiqueta bolivariana? ¡Qué va oh! No van a terminar jamás la edificación; si la terminan, al primer palo de agua se desploma y además, después de tantas promesas, lo más probable es que, al final, nos salgan con el equivalente a una trocha, mocha y vulgar.

La presidencia, vicepresidencia y demás vocales del club, fueron plazas que se cubrieron con relativa facilidad. El contratiempo, insalvable, como se verá, surgió a la hora de elegir al tesorero. Algo muy natural. Con semejante membresía, se daba por descontado que cualquiera que estuviese al frente de las finanzas, se iba a lucrar con el canje de deuda argentina, con sobreprecio en las adquisiciones médicas a través de Cuba, lo mismo que con la colocación de un hermano como testaferro, de modo de acaparar los suculentos fletes de Mercal.

UN BAILE RUCANEAO. La inexistencia de un tribunal disciplinario ni cosa que se le parezca, fue punto de honor - valga la paradoja entre quienes les tiene sin cuidado semejante palabreja- a la hora de la suscripción del documento constitutivo. “¡Qué disciplinario, ni qué disciplinario, si lo nuestro es el relajo”. Con todo, la actividad social del “Club Forajido” será intensa. Habrá cenas para los casados, para solteros, viudos y divorciados,  celebraciones de Cruz de Mayo y hasta bailes de presentación de los afiliados recién inscritos.

-         ¿Nuevo por aquí?

-         Sí, me aceptaron ayer.

Cuando existe comunidad de intereses, de afectos y desafectos, la camaradería se acelera a velocidad de película muda. Intercambio de miradas, aproximaciones personales y hasta invitaciones que trascienden la sola calidad de colegas. 

-         ¿Bailamos?

-          Claro, me encanta la música ¿Cómo te llamas?

-¡Soy la Republiqueta Bolivariana, miembro-fundador del Club! y presidente hasta que el cuerpo aguante.

- ¡La famosa Republiqueta Bolivariana?  ¡Caramba, qué honor conocerte! En cambio, yo, soy una republiqueta narcolavadora. Humildemente . . .    

 


© 2006 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio