Los que iban a dar con sus huesos a nuestro departamento, lo
único que tenían de especiales era la casi irreversible condición de
deudores a prueba de embargos, apostamientos policiales, protestos por
cheques sin fondos y/o su calidad de resucitados de los temibles
lanzamientos inquilinarios.
Una fructífera etapa, sin duda, para aprender a
equilibrar la defensa de los intereses patrocinados, con la conmiseración
por la desventura ajena. Aunque lo reconocemos. Muchas veces fuimos
timados como chiquillos. Ocurre que ni siquiera las más desalmadas
agencias de pingüinos del mercado, han salido ilesas del arsenal de los
deudores maulas cuando éstos intentan salirse por la tangente. A
saber: lutos estrictos por la supuesta pérdida de varios familiares
dentro del primer grado de consanguinidad en un hipotético desastre
aéreo; petición de plazos de gracia, so expectativa de negocios en
dólares que se concretarían en cualquier momento; comparecencias a
citatorios en compañía de los niños del vecindario haciéndolos pasar
por hijos; hasta llegar a una modalidad, que por paradójico que parezca,
resulta la más convincente. Me refiero a la estratagema, del deudor
ofendido.
- ¿Un Buchicoechea en un juzgado? ¡Sepa usted,
jovencito, que es la primera vez que alguien demanda a algún miembro de
nuestra familia!
- Sí, señor Buchicoechea. Pero usted, hace de
chulo en la casa de citas que montó en el apartamento que le
alquilamos, tiene dos años que no paga la renta, aparte que se roba la
luz eléctrica del condominio. Nada personal. Pero teníamos que
incorporarlo en el All Star de nuestro departamento.
AHORA LO LLAMAN REPLICA. Recordaba esto de los
deudores maulas, que se ofenden ante el más mínimo emplazamiento, ahora
que la embajada de Cuba en Caracas, se ha considerado agraviada por un
artículo nuestro, que cuestionó el acuerdo petrolero suscrito entre
Chávez y Fidel Castro.
En primer lugar, señores de la embajada: Al
contrario de lo que ustedes se empeñan en atribuirme en su irrespetuosa
réplica, ninguna malquerencia personal en contra de su gobierno, aunque a
fuer de ser sincero, tampoco me cuento entre los que sienten - como nuestro
Presidente- efusiones de cariño cada vez que se miran en los ojos del
señor Castro. Nuestro dilema hamletiano, es menos sentimental ¿Es o no
es Cuba tan maula - como le decimos en Venezuela a los deudores
sinvergüenzones - al extremo que, aparte del valor presente cero de dicha
deuda, el financiamiento a 15 años del 20% de 55.000 barriles de
petróleo, más que una venta, constituye un regalo? Veamos.
Cuba jamás nos pagó una vieja exportación avalada
por Finexpo. No me vengan ahora, caballeros de la embajada, con que fueron
12 y no 20, los años que permaneció dicha cuenta en nuestra sección de
clientes morosos. Maula es maula y para hacerse merecedor del
calificativo, lo mismo da los 12 años de mora que confiesan ustedes en el
comunicado, que los 20 que escribimos nosotros a partir de cálculos
diferentes. Igual ocurre con la modalidad de pago del acuerdo con la misma
Finexpo. Décadas más, décadas menos. Poco importa. Lo cierto es que
después de haber incumplido por 12, 15 o 20 años - elijan ustedes el
número de su predilección, señores de la embajada - el gobierno de
Castro ha ofrecido pagar en especie lo que tenía que haber honrado en
dinero contante y sonante desde un comienzo.
LAS ODIOSAS CONFESIONES. Cuba ha confesado, que es
exportador de petróleo. Tenemos en nuestro poder la página 201 del
reporte 1999-2000 de la CEPAL.
Nos imaginamos la gorda que se habrá armado en La
Habana, cuando algún despalomado de la Cupet, con funciones similares a
nuestra Pdvsa, le reveló al citado ente multilateral, que la isla
exportó hidrocarburos en ese período y que por consiguiente, se consumó
lo que temíamos desde un principio: la reventa de los barriles que le
envía Chávez a su pana Fidel Castro en condiciones de privilegio. Por
cierto, al respecto de dicha reventa, la réplica enviada por la embajada
calla y por consiguiente otorga, aparte que el señor Sánchez Otero, jefe
de la misión de ese país en Caracas, tan proclive a meter sus narices en
nuestros asuntos internos, no le quedó más que hacerse el sueco - o el
come miedda - cuando Kiko Bautista, en su programa del miércoles
pasado, le formuló una pregunta al respecto de la denuncia que en tal
sentido formulamos en nuestro anterior artículo.
Total, que los diplomáticos cubanos acreditados en
Venezuela, están ofendidos. Maulas, pero a mucha honra. Tal como lo que
son. Unos Buchicoecheas cualquiera.
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