2004

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Es tiempo para convertir la palabra hermosa, en musica que acompase el latino de nuestros corazones . . .


 

Quisiera escribir de forma muy sencilla, la necesidad de vivir en paz con los demás y en guerra sólo con nuestras miserias internas. Decirlo con voz nítida, sonora, pero pausada ahora que sobre los venezolanos se avalanza el verbo lacerante que es prefacio de violencias menos reversibles.

Aprovechar las buenas intenciones de todos, hoy, a escasos dos días para el fin de año, para desear y poner en práctica efectiva, la necesaria Gloria a Dios en las alturas y en la tierra, paz a todos los hombres, no importa su buena o pésima voluntad.

AL SERVICIO DE LA CONCORDIA. Me gustaría en estas fechas de tradicional tregua, atinar con la idea en carne viva y la palabra desnuda. Si ésta ultima estuviese siempre al servicio de la serenidad, de la concordia y del afecto al prójimo, los seres humanos, en especial los gobernantes, no encontrarían tanta facilidad cómplice para sus desmanes, tantos celestinos para sus huecas lucubraciones, pero sobre todo, tantos justificadores para sus ejecutorias mas sombrías. Porque el verbo puede ser vehículo de amor como es nuestro deber utilizarlo particularmente en meses como el presente, pero también arma arrojadiza y cortante.

El bien y el mal, la conducta debida e indebida, a lo que estamos obligados ante ese tribunal de nosotros mismos, están separados por esa linea tenue y zigzagueante límite, que no siempre vemos con la misma claridad ni con igual convencimiento. En especial cuando delimita nuestros propios intereses y por consiguiente, hacemos lo que podemos, para darle la espalda.

Muchas veces, la palabra fracasa en su misión de deslindar esas dos nociones vecinas, porque no sabemos usarla, porque las circunstancias no ayudan o todavía peor, porque nos proponemos a ponerla al servicio de lo que es contrario a la esencia de aquello que nos hace supuestamente humanos.

El próximo miercoles, será el último día de este 2003. Para el reino riguroso de la palabra, allí estarán los mensajes de convivencia propios de esa fecha. Los escucharemos en todas las lenguas y desde los credos que consideramos mas distantes. Para la circunstancia cotidiana convertida día a día en campo infecundo para las mejores intenciones, queremos que se prolonguen jornadas como las de la presente, en la que el hombre aunque sea por unos cuantos segundos busca ponerse en armonía consigo mismo o por lo menos lo intenta con el corazón abierto.

MALVERSAR EL SENTIDO. El articulista no quiere pecar de aguafiestas. Pero ¿ Por qué desperdiciar conmemoraciones como ésta, que están supuestas a la comunión espiritual? ¿ Qué tipo de hambre nos acosa en medio de tanto exceso, tanta injesta,  pero sobre todo tanto on the rocks, campaneado con la prisa?

Hemos confundido el  vacío del alma, con el vacío espiritual.  Cristo vino a acabar con esa paganía en el mundo.  Pero ésta última esta ahí y una de sus manifestaciones es que en los encuentros de fin de año se ha subvertido su significación, con el éxtasis borrachín, los cohetones, con la música estridente y con el correspondiente subproducto de lesionados en los hospitales.

Casi todas las religiones comenzaron sus preceptos como prácticas higiénicas. El ayuno o la prohibicioón de ingerir alimentos perniciosos, por nombrar solamente dos ejemplos. Pero la contravención, la destemplaza se han convertido en proeza y en signo de irresponsable desafío a la salud de cuerpo y alma. De manera paradójica tal conducta suele desdibujar el ambiente de reflexión que debe estar en las presentes fechas.

bien que mi deber es brindar a quien lea este modesto artículo, un atisbo de ilusión. Sólo conoce amor, quien ama la esperanza. La noche del año nuevo mientras se desea a los demás la dicha por cumplida, será buen momento para reflexionar y rogar al Cielo. Sobre todo para recomenzar en ese preciso instante, y no cejar en el empeño.

Que esa noche ayude a mostrar a los hombres y mujeres el camino que conduce a la deseada paz y a esa serenidad de los espiritus que queremos ver posada sobre el corazón de cada uno.

Porque de la paz interior, nace la paz del mundo que es la misma  del prójimo sin posible discriminación.

La palabra hermosa, sementera inabarcable que estimula y mueve voluntades, no es perecedera como la carne. Hoy, como el próximo último día del año, es tiempo de hacerla al viento para que se convierta en oxígeno que abarrote nuestros pulmones, acompase con música el latido de nuestros corazones y sea a lo largo del año próximo, fecunda como un pentecostés. 

 


© 2003 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio